NUNCA PENSÉ EN NADA EXTRAÑO

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Cuando desperté de mi largo sueño, ya no estaba en el carruaje, sino en mi habitación. Abrí los ojos y me levanté de un salto sorprendida al escuchar una suave voz que resonó a un lado de la cama donde me encontraba acostada.

"Lo siento, hermana. No te quise despertar, estabas profundamente dormida y parecías estar muy a gusto, así que me pareció innecesario hacerlo".

"..."

"Por favor, perdóname por haberme tomado el atrevimiento de trasladarte hasta acá sin tu permiso".

El dueño de la voz era Kassadin. Estaba arrodillado junto a mi cama, observándome. Kassadin antes de que me despertara había cambiado ya su elegante uniforme por un cómodo camisón. Comencé a sentir como la brisa nocturna entraba por la ventana abierta. Aquella brisa acariciaba el hermoso cabello plateado que se encontraba frente a mí. Sin embargo, había una sensación de impaciencia en el rostro de Kassadin, quien me miraba de manera inusual, Me sentí incómoda de repente, pero pensé que solo era mi impresión.

"Está bien Kassadin".

Le sonreí alegremente y señalé con la mano mi cama.

"¿Por qué estás así? No pareces ser el mismo que de costumbre".

"¿Puedo decirlo?".

"Por supuesto".

"...En realidad, cambié la ropa de mi hermana mientras dormía porque pensé que se podrían estar sintiendo incómoda".

Las palabras de Kassadin espabilaron mi mente. Bajé la mirada y me vi con un cómodo Neglige* en vez de con el vestido rosa que llevaba en la sala de banquetes.

(*Es un camisón largo generalmente transparente que se suele usar por la noche en el dormitorio)

'¿Me hizo un cambio de ropa? ¿Quiere decir que Kassadin ha visto todo mi cuerpo desnudo? ¿Estaba durmiendo tan cómodamente sin saber que Kassadin en ese momento estaba cambiando mi ropa?'.

Mientras pensaba en ello, mi cara se puso completamente roja. Era razón suficiente para que en ese momento Kassadin estuviera arrodillado. Al notar mi desconcertada mirada Kassadin juntó cuidadosamente sus manos y se las llevó al pecho.

"Perdóname. hermana."

"...".

"Nunca pensé en nada extraño, ni fuera de lo normal".

"..."

"Realmente nunca, nunca he pensado en nada extraño".

'¿Por qué insistes tantas veces en que no has pensado en nada? Es como un ladrón jurando no haber tomado nada que no le perteneciera'.

Mi mano aún sin soltar la manta comenzó a temblar, no sabía si era de vergüenza o de ira. Kassadin esquivó mi mirada. Parecía estar avergonzado, tanto su rostro como su nuca estaban completamente rojas.

"¡Fuera!".

Avergonzada, le grité a Kassadin. Entonces, desconcertado, este abrió los ojos como platos. Me miraba con la boca ligeramente abierta, como si no pudiera creer lo que yo acababa de decir.

"...¡Hermana!".

"¡Sal de aquí!... Demonios...".

Arrojé la almohada que tenía a mi lado. Pero Kassadin con sus buenos reflejos, atrapó con una mano la almohada que le había tirado. Eso me hizo sentir aún más miserable.

Domando Al Esclavo CorrompidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora