MATARÉ A ESTE TIPO.

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El Conde Siegen, padre de Arenne, se encontraba de buen humor, después de un largo recorrido por la finca, se dirigía a su casa a encontrarse con su hija. En ambas manos sostenía un hermoso producto local, que a pesar de que los sirvientes estaban dispuestos a entregárselo a Arenne quiso hacerlo él mismo. El regalo que le llevaba era miel dorada, un producto difícil de encontrar, con una gran cantidad de personas detrás de esto. Y por supuesto, los nobles no fueron una excepción. Por su hija a quien le gusta la comida dulce, el Conde Siegen esperó bajo el sol abrasador durante tres horas. Dado que el número de compras está limitado a una por persona. Otro regalo que llevaba era un broche hecho por un diseñador famoso que se dice que tardó más de un año en esperar que también lo obtuvo por un precio muy alto y otras cosas para su hija. El desbordante paquete de regalos iba acompañado de libros y hierbas medicinales que a Aren le encantaban desde la infancia. El Conde pensaba que no había nada que no pudiera hacer por su amada y única hija, Aren.

Al llegar a la habitación de su hija tocó la puerta para entrar.

"Aren. ¿Puedo entrar?".

El Conde llamó a la puerta de la habitación de su hija con las ganas de por fin poder verla. Tosiendo en vano, el conde Siegen esperó la respuesta de Aren. Después de tocar empezó a practicar la sonrisa que le daría al verla, el Conde por lo general no sabía demostrar sus emociones, así que le preocupaba que su rostro se viera muy rígido al intentarlo. Pensaba en lo feliz que estaría su hija al verlo después de semanas y recibir los regalos

"¿Aren?".

Arenne era una chica que respondía al llamado de su padre sin importar lo que estuviera haciendo, pero cuando el Conde Sirgen no tuvo respuesta alguna abrió la puerta con curiosidad.

"... ?".

En un instante las cosas que sostenía el Conde Siegen cayeron al suelo.

"...!".

Cuando abrió la puerta, un hombre moreno tan grande como una bestia estaba acostado en la cama de su hija sin camisa y sobre su pecho Aren.

"¡Oh, Dios mío!".

El conde Siegen se acercó de mal humor y agarró un cuchillo decorativo que estaba cerca.

"Loco bastardo... ... ! ¿¡Cómo te atreves a tocar a mi hija!?".

En ese momento la mente del Conde divagó y sus ojos oscurecieron de la furia y el asombro, pero el hombre acostado parecía estar aún más perplejo que él.

"... ?".

* * * * *

"[Hay que lavarlo y cambiarle la ropa".]

["Mi único hermano eres tú. Entonces, no hagas esa cara".]

A Kassadin no le gustó el hecho de que agregaran a la casa un nuevo esclavo por parte de Aren. Cuando los ojos azules que contenían el profundo lago se volvieron hacia otra persona y no hacia él, Kassadin pareció sofocarse por alguna razón.

'Un hombre de ojos verdes de quien dice haberse enamorado a primera vista, un príncipe heredero, un esclavo. Mi hermana tiene demasiados hombres detrás'.

Kassadin todo el tiempo intentó fingir estar lo más tranquilo posible frente a Aren, pero sus intenciones no lo eran en absoluto. Pensaba que lo hacia, pero aun para él mismo era infantil intentarlo a pesar de que estaba seguro de que había cuidado muy bien sus emociones.

Domando Al Esclavo CorrompidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora