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Acostado en su cama se encontraba Daniel, rodeado de la oscuridad y el silencio de la habitación

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Acostado en su cama se encontraba Daniel, rodeado de la oscuridad y el silencio de la habitación. Su mirada fija sobre el techo blanco se perdía en sus pensamientos, esas evocaciones que su mente se negaba a dejar de recordar.

Despacio giró la cabeza que tenía apoyada sobre el brazo doblado y una vez más miró el reloj que se encontraba en el buró, aunque era consciente que solo había pasado unos cuantos segundos desde la últimas vez que lo miró. Resopló y se frotó el rostro con ambas manos al darse cuenta que apenas pasaba la media noche y él se encontraba allí, perdiendo el tiempo de su tan preciado sueño pensando en alguien que no valía la pena.

Molesto apartó las sábanas blancas y se sentó sobre el confortable colchón, cerró los ojos y apretó la mandíbula entendiendo que tenía que salir de ese lugar. Era imposible permanecer allí estando en esas condiciones, no tenía caso seguir dando vueltas sobre las sábanas cuando era evidente que el sueño no llegaría aun.

Respiró profundo al tiempo que se levantaba resignado y salió de su habitación con la intensión de ir a la cocina.

Descalzo, con un pijama de pantalón azul marino y camiseta del mismo color, sin hacer mucho aspaviento se desplazó despacio por el frio piso del porcelanato importado. Desistió de la idea de encender las luces del pasillo porque no había necesidad de hacerlo, ya que a través de los grandes ventanales la iluminación que distribuían los reflectores del jardín le daba suficiente claridad al interior de la, como para poder andar sin ningún problema por el lugar.

En medio de las penumbras y rodeado por el silencio de la noche, Daniel descendió las grandes escaleras deteniéndose en la espaciosa sala, frente a una de las inmensas ventanas. Allí permaneció por largo rato perdido entre las sombras que a esa hora rodeaba el hermoso jardín, que ante la claridad artificial se veía llenos de flores y árboles perfectamente podados. No obstante, su cerebro no registraba aquella hermosa vista porque su mente seguía sumergida en los acontecimientos que en vano trató de bloquear por el resto de ese largo e interminable día. No podía dejar de evocar la patética imagen de Emily, las palabras que ella dijo y la actitud que su regreso provocó en él.

De Nuevo Juntos los TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora