Keisuke volvía a casa con pasos vacilantes, tarareando una canción infantil, acompañado de un citatorio y un examen reprobado que ni de broma pretendía dárselo a su madre.
Al ver las nubes, el deseo de volar le incrustaba una adrenalina perversa. Culpó a una paloma de la invitación peligrosa por encontrar un balcón y...
Será mejor dejar a un lado los deseos peligrosos del chico.
—¿Quieres que me mate, verdad?—preguntó hastiado hacia la persona que manipulaba su realidad.
—No, en ésta historia no.
Oh claro, Baji no estaba loco por hablar y recibir respuestas de alguien que solo aparecía en momentos randoms de su vida.
Continuando con el trayecto ameno de Baji, este gozaba de la sombra que regalaban las grandes copas verdosas, paseaba su mano por los troncos.
Entre ramas los lindos y cálidos rayos solares penetraban en su mentalidad frívola, Baji era un chico que la mayor parte del tiempo parecía de mal humor, pero era un chico con una personalidad dulce (solo con la naturaleza y sus amigos cercanos).Ese chico explotaba cosas por mero aburrimiento, quien confiara en él no le tenía miedo a la muerte.
La tarde de ese día tenía una brisa reconfortante, se llevaba las penas y dolor atosigante de aquellos que andaban en crisis. Baji existía, pese a no vivir plenamente su día a día, era feliz cumpliendo una rutina impuesta por la sociedad (o bueno, se autoconvencía de serlo).
Existir era una molestia si no habían experiencias divertidas y extremas de por medio. Pero por algo existían las cosas bellas, para gratificar algunos ratos y crear la sensación de gozo, el aumento de dopamina y serotonina para sonreír de camino a casa.
Cantos suaves, silbidos y palabras vagas salían del chico. Simplemente era un estudiante de secundaria con problemitas de ira.
—¡Viene alguien!
Oh, un gatito.
No...
Uno, dos, tres, cuatro...¡Siete gatitos!
—¡Rápido, maúllen!—soltó sus garras de la caja de cartón, apenas alcanzaba el borde.
En una pequeña caja estaban siete felinos acomodados, tenían poco espacio, vivían a la deriva de un corazón bondadoso que deseara adoptarlos.
Manjiro, un gatito dormilón, no se dignó en despertar aunque los demás empezaran a dar maullidos agudos. Prefirió taparse las orejitas y hacerse bolita para seguir durmiendo.
Emma, otra linda gatita le empujó con ambas patitas para despertarlo.
—¡Mikey! Despierta, hay que maullar para que nos rescaten.
Chifuyu lo daba todo por llamar la atención, él no maullaba, él cantaba.
—¡Miau, miau, miaaaau, miamiau!—juntaba las patas, cerraba los ojos y se movía a los costados, estaba inspirado.
Kakucho, el gato más grande de la camada, tenía pena por maullar. Kazutora, al ver que el chico andaba distraído viendo las nubes, tuvo la maravillosa idea de ir por él.
—¡¿A dónde vas?!—Chifuyu paró de cantar para detener la misión de su compañero.
—No podemos dejarlo ir.—batalló por salir de la caja, saltó con todas sus fuerzas hasta caer fuera.
—¿Estás bien?—Hina se acercó, se paró de puntitas para tratar de verlo.
—Sí, estoy bien.—se sacudió el polvo y sobó su patita, pues se había lastimado.

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Los gatitos de Baji
FanficBaji es un chico que recoge a cualquier animalito que vea en problemas, aun si su mamá lo regaña por esto. Un día cualquiera, encuentra una caja con gatitos. Su nueva misión es encontrarles un buen hogar.