Día 17

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Faltaban más de cuarenta días para que se cumpliera el plazo de tiempo que una madre le había dado a su hijo para mantener a siete gatitos.
Dentro de todos esos días, se consideraba buscar nuevos dueños responsables para cada gato, o de lo contrario ella iba a regalarselos a quién quisiera.

-Keisuke, espero que ya andes viendo a quién dar los gatos en adopción. Acuérdate que el tiempo pasa rápido.

-Falta más de un mes mamá, tranquila. Ni que fuera para tanto.

-Yo solo te estoy avisando esta vez.

Takashi, que para nada era un gatito chismoso porque el chisme llegaba hasta sus orejas, se escabulló ágilmente devuelta a la habitación en donde el resto de sus hermanitos jugaba o dormían con la frescura que aventaban las aspas del ventilador. Mikey se tentaba a meter la patita cada vez que miraba más vueltas tan rápidas que se daban.

-Oigan, oigan- avisó con su voz gatuna.-¡Nos van a regalar!

-¿Cómo?- el primero en reaccionar fue Kakucho, que siempre estaba al pendiente de todo su perímetro. Era el que todo lo veía desde la ventana.-¿Por qué dices eso, Takashi?

-¿Cómo dices? -Hina saltó desde un banquito, se acercó hasta Mitsuya para restregar la cabecita contra su hombro, en un acto de cariño e instinto.-¿Quién nos va a regalar?

-La señora Baji si Baji no nos encuentra un nuevo hogar- se explicó, desilusionado. Todos esos días se convertían en una farsa.

Lo peor del asunto, es que los gatitos ya habían creado un vínculo con el adolescente y lo tomaban como su salvador, no esperaban esa traición, por muy evidente que fuera desde el principio.

-Baji-san...¿Nos va a dejar en la calle otra vez?-los ojitos de Chifuyu se hicieron agua.-No...¡Él no hará eso, él nos quiere, y mucho!- aferrado al amor, decidió perseguir a Baji con los ojos cerrados, yendo tras de él.

-Fuyu, ¡Espera!- Kazutora que no quería que nada malo le sucediera a su amigo, siguió sus mismos pasos.

Las gatitas se vieron un largo momento antes de juntarse a llorar, como aceptando un destino que aún no llegaba.

(⁠ ⁠╹⁠▽⁠╹⁠ ⁠)

Keisuke tenía muy buenos amigos, entre ellos: Ken Ryuguji.
Un adolescente alto, rubio y de buenos valores que trabajaba medio tiempo en un taller mecánico. Huérfano desde su nacimiento, con una perspectiva positiva sin alejarse de la realidad respecto a su futuro.

Sí en alguien tendría que confiar hasta la muerte, sería en él, por la excelente amistad y apoyo que le regaló en los pocos años de conocerse. Había mucha pureza y coraje en el corazón de su amistad.

-¿Cómo va esa moto?- se presentó casual, adentrándose al negocio de otro amigo suyo desde la infancia.

-Baji, que bueno verte- Draken, como se le decía de apodo, se levantó para saludar con un choque de puños y un abrazo poco emotivo, para no manchar de aceite al estudiante-¿Vienes de la escuela recién?

-Sí, hace poco terminaron mis clases, ¿Tú desde que hora estás aquí?

-Desde temprano, me cancelaron todas las clases y decidí aprovechar para adelantar trabajos- dijo tan tranquilo que un bostezo se le escapó. -¿Ahora vas para tu casa?

-Sí, pero venía a mostrarte algo-sacó su celular del bolsillo, en donde ya tenía las fotos que sacó a escondidas de sus gatos-. Mira, recientemente encontré a estos gatitos huérfanos y estoy buscando un nuevo hogar para ellos, ¿Te gustaría tener uno?

Los gatitos de BajiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora