Día 13

134 19 17
                                    

Ruido

Keisuke estaba recién bañado, dispuesto únicamente para dormir. Bajo el mismo ideal habían siete gatitos que el chico de manera voluntaria (obligada) tuvo que compartir la colcha y las almohadas.

—Me gusta mucho esta camita, es muy suave —Chifuyu daba sus dotes de gatito masajista sobre la barriga del adolescente.

—Fuyu, yo no soy una cama— se burló.

Mikey en clara muestra de celos, se trepó a Keisuke para darle más tranquilidad, solo que se fue a una zona sensible, una parte blanda y peligrosa, en donde las garritas se enterraron en la delicada piel.

—Yo también sé dar masajes, mira Baji.

—¡Mikey quítate!—sintió arrepentimiento inmediato al confiar en el gatito. Lo alzó, provocando un maullido agudo.—¡En el cuello duele!

—¿Y por qué Chifuyu si te puede dar masajes?—miró al susodicho, entrecerrando los ojitos.— Ya veo, lo quieres más que a mí— dedujo.

—No, no.

—¿No me quieres Baji? :'(

—Claro que te quiero Fuyu—intentó enmendar sus palabras bruscas.—No quise decir que no te quería.

—¡Mientes!— Chifuyu optaba por abandonar la barriga del joven. —Me voy, y no me detengas...—se mantuvo quieto, esperando todo lo contrario.—Ya te dije, no me detengas Baji-san...—estiró la patita, haciéndose del rogar.—Déjame ir...

Kazutora saltó para hacer compañía, mientras que Kakucho se acomodaba en el costado izquierdo de la almohada y Takashi en el derecho, ambos gatitos cuidando de su dueño.

—Ssh, ya. Es tarde, a dormir todos — dijo Baji.

Mikey había cumplido con su capricho de acurrucarse cerca del cuello de su sirviente. Las gatitas dormían abrazadas como de costumbre, escondidas en un costado de la cama.

Si la madre encontraba esa escena, iba a terminar en un pequeño conflicto nocturno y un par de regaños, pues no le gustaba lavar sábanas llenas de pelitos.

La familia durmió los primeros diez minutos en total calma. Los vientos nocturnos refrescaron la habitación, el flujo del aire se mantuvo, lo que hacía que dormir fuese algo demasiado espléndido. Todos se acurrucaron bajo las sábanas.

—Miaaaaau

Mitsuya abrió un ojo, estaba somnoliento. Intuyó vagamente que alguno de sus hermanitos se habían puesto a cantar de la nada.

—Miaaaaaau— la segunda vez que escuchó el maullido, supo que no era por parte de los demás.—¡¡Miaaau!!

Emma despertó asustada, buscando el origen de aquel aterrador maullido que no era más que una señal de pelea.
Afuera, Peke J se discutía el puesto de alfa con otro montón de gatos que a diferencia suya, eran callejeros.

Sus maullidos agudos y gruñidos espantaron a los de adentro, a los inocentes niños.

—¡Baji, despierta!— pidió Mikey, apoyando sus patitas en las mejillas frías del chico.—¡Baji, Baji!

De tanta insistencia, tuvo que interrumpir su sueño romántico.

—¿Qué pasa?— bostezaba, todavía seguía sin abrir los ojos.—¿Ah, por qué despertaron?

—Escucha, afuera hay un gato que nos quiere hacer daño —Hina tembló, enrolló su colita para ocultarse (sin duda, un pésimo escondite).

Baji detectó esos ruidos de batalla y le resultó gracioso ver el miedo inundando en sus mascotas.

Los gatitos de BajiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora