No Quiero Perder Mi Pacifica Vida

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Abril comenzó su nueva vida, ahí en esa pequeña casa se sentía feliz, ella encontró un pequeño huerto que había cerca de la casa, se dedicó a cuidar del huerto que se convirtió en su fuente de comida ya que desde aquel día que la habían dejado en aquel lugar las sirvientas no habían vuelto a regresar. 

Durante la primavera Abril se dedicó a cuidar del huerto al igual que en verano y en otoño recogió de sus frutos y se preparó para el invierno. Cuando el frío se volvió molesto Abril dejó de salir de su casa, ese fue el primer invierno en el que Abril no odio el invierno, ese año tuvo comida caliente y fuego para calentarse, deseo que todos sus inviernos fueran como ese.

Un año más pasó desde que Abril se había casado con el príncipe, cuando llegó la primavera Abril cumplió diecisiete años, ella había dejado de ser aquella pequeña niña larguirucha que siempre había sido y por fin pareció una joven 17 años, ella había tenido un crecimiento más lento ya que nunca había tenido una alimentación adecuada, pero desde hacía dos años había comenzado a comer bien y su cuerpo se desarrolló maravillosamente.

Abril estaba sentada en la entrada de la pequeña casa, desde ahí se veían las torres imponentes del castillo, ella se alegró de que la hubieran enviado a esa pequeña casa y no a una de esas torres que se alzaban hacia el cielo, lo agradeció profundamente ya que aunque se habían olvidado de ella, Abril no lo sintió de esa manera, al contrario, sintió que por primera vez en su vida estaba viviendo y no sobreviviendo como lo había estado haciendo toda su vida. 

Ella elevo su mirada al cielo, estaba claro y despejado, brillaba tan hermosamente que Abril deseó poder verlo todos los días. 

Las estaciones pasaron, en un abrir y cerrar de ojos pasaron dos años, Abril seguía viviendo cómodamente en aquella pequeña casa disfrutando de su día a día, era un hermoso día de primavera, Abril decidió ir al bosque que había cerca de su casa a recolectar setas, mientras caminaba por el bosque vio a un hombre en el suelo, inmediatamente ella se escondió detrás de un árbol, ella se quedó mirando fijamente el cuerpo que yacía desplomado en el suelo y si su vista no le fallaba aquel hombre tenía sangre en su ropa.

Abril miró alrededor preguntándose si habían más personas que pudieran ayudar aquel hombre, pero no había nadie además de ella, Abril se acercó con mucho cuidado, aquel hombre era su esposo, Alessandro, ella se preguntó por qué estaba herido en una parte tan alejada del bosque.

Abril:- ¿Será que lo mataron? 

Se preguntó Abril con curiosidad, ella puso su cabeza en el pecho de su esposo para asegurarse de que su corazón aún seguía latiendo. Al comprobar que aún seguía con vida intentó despertarlo, ella lo sacudió, le dio pequeños golpecitos en el pecho y al ver que no respondía le dio un fuerte golpe en la cara, pero él ni se inmutó, estaba completamente noqueado. 

Abril:- Vaya, ¿Y ahora qué hago? 

Se preguntó Abril mientras lo veía, él seguía sangrando si lo dejaba en ese lugar lo más seguro era que muriera y que su pacífica vida se acabará, sin más opciones Abril lo arrastró de los pies hasta llevarlo a su casa ya que era la más cercana y dudaba poder arrastrarlo más lejos.

Cuando llegaron a la casa Abril le quitó la ropa ya que estaba llena de barro y tierra y ella no quería que ensuciara su cama, después curó como pudo la herida de su estómago, no aprecia tan profunda como le había parecido en un principio. Al mirar bien se dio cuenta que tenía un golpe en la cabeza, quizás era eso lo que lo había noqueado. 

Abril lo tapó con una sábana después de terminar de revisar que no tuviera más heridas, ella se quedó mirando a su esposo por un momento, tenía un buen cuerpo y un rostro hermoso, sin embargo, no era un hombre bueno. 

Ella preparó té y esperó hasta que él despertara. Alessandro despertó con un fuerte dolor de cabeza, él había salido a dar un paseo por el bosque cuando alguien lo había sorprendido, le habían hecho un profundo corte en el vientre y le habían dado un fuerte golpe en la cabeza sin darle la oportunidad de defenderse. 

El miro a su alrededor, preguntándose dónde estaba. Su mirada se detuvo en una hermosa joven que dormía apoyada en su cama, Alessandro la reconoció por su cabello, esa era su esposa de la cual se había olvidado. 

Él se preguntó que hacia ella ahí, él iba a despertarla cuando ella abrió sus ojos, estiró sus brazos y al ver que estaba despierto le preguntó. 

Abril:- Estás bien? 

Alessandro:- ¿Dónde estamos?, ¿Qué estás haciendo tú aquí? 

Abril:- Encontré a su majestad cuando daba un paseó por el bosque y lo traje conmigo. 

Alessandro:- No te creo, ¿Fuiste tú quien me atacó? 

Abril:- Para qué haría eso? 

Alessandro:- Tu eres como tú padre vil y despreciable.

Mente de Abril:- Allá vamos, otra vez con lo mismo. 

Abril se puso en pie, tenía las piernas dormidas, Alessandro había tenido fiebre durante la noche, ella tuvo que bajársela con un paño húmedo, pero al final se había quedado dormida mientras lo hacía. 

Abril:- Si su majestad se encuentra bien puede irse. 

Alessandro:- ¿Dónde estamos? 

Abril:- En el palacio, dónde más podríamos estar.

Aquella casa se veía sencilla, Alessandro le preguntó. 

Alessandro:- ¿En qué parte exactamente? 

Abril:- En el lugar que su majestad me dio para vivir, fue hace tres años, supongo que su majestad lo ha olvidado. 

Alessandro:- ¿De qué estás hablando? 

Abril:- Da igual, si puede levantarse puede irse. 

Cuando Abril comenzó a alejarse Alessandro se levantó, en ese momento se percató que estaba completamente desnudó, él le preguntó. 

Alessandro:- ¿Qué has hecho con mi ropa? 

Abril:- Es verdad, la lave ya que estaba sucia, ahora la traeré. 

Alessandro:- ¿Qué?

Alessandro no sabía si era por el golpe que había recibido en la cabeza o si la princesa estaba loca, la idea de que una princesa lavara la ropa era algo impensable. Abril volvió poco después con la ropa de Alessandro, las manchas de sangre aún permanecían, él le dijo. 

Alessandro:- Llama a los sirvientes que me traigan ropa limpia, no pienso ponerme eso. 

Abril:- Pero si están limpias, solo fueron las manchas de sangre las que no marcharon. 

Alessandro:- Deja de decir estupideces y llama a los sirvientes. 

Abril:- No puedo. 

Alessandro:- ¿Por qué no? 

Abril:- Aquí no hay sirvientes. 

Alessandro:- ¿Qué?

La Esposa OlvidadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora