QUIERO TUS CÓRNEAS

251 2 0
                                    

Era otoño, mes de abril, posiblemente la fecha que marco un gran impacto en mi vida, con vientos fríos, que te dejaban los pelos de puntas; hojas secas, siempre ensuciando todo; y colores ni sobrios ni coloridos, dejando poco que ver junto con miradas caídas que el viento no se quería llevar.

Una mañana fría, tan rutinaria como siempre, que había veces que eso me ahogaba, todo era igual, incluyendo los colores... Opacos y sin vidas, otras veces era todo blanco y negro, al igual que las teclas de un piano, algo a lo cual ya me había acostumbrado con tantos años viendo y viviendo lo mismo una y otra vez...

"Quiero tus córneas" ... Fueron esas palabras que me hicieron abrir los ojos, nunca imagines que una pequeña niña, de tan solo 13 años, recién cumplidos hace unos dos días, que estaba demasiado cerca de mí, a tal punto que podía siente su respiración y el latido rápido de su pequeño corazón al igual que de un pequeño hámster, siempre imperativo.

Me miraba fija y directamente a los ojos, al igual que un búho mira a su presa en la pesada noche, aunque este era diurno y parecía querer sacármelos. Me cambiará la vida por completa como una pisca de tierra cambia el color de esa agua tan limpia y pura de manera drástica.

En ese salón blanco, el cual parecía emanar paz, pero solo había desesperación y ruido dentro de este, a pesar de que no había nadie, vacío como la nada, porque hasta en el desierto hay arena, es la forma en que yo lo veía. . ; mesas y sillas rotas, al parecer un tráiler paso por ellas, bueno es algo muy común en los colegios nacionales; todo rallado con plumón indeleble y papel líquido, como si hubiera delincuentes dentro del colegio, lo cual nunca debe de faltar -"Tony y yo" decía en una mesa-; pisos de madera, a punto de quebrarse con cada paso que alguien daba.

6:20 am de camino al colegio, tercero de secundaria, si te lo preguntas, este que queda a unos 7 u 8 minutos de mi casa aproximadamente, con carro, calles limpiadas, recién barridas por aquellas madres que necesitan de algo porque vivir; casi vacías, un papel o basurita escapándose del recogedor como si tuviera vida propia; y frías, como de costumbre al igual que mis palabras.

En el desfile se observa muchas personas que madrugan y que parece que Dios no les ayuda, ya que salen deprisa como si el tiempo estuviera en su contra todos los días, mientras que otros recién llegan de su trabajo cansados ​​con ganas de solo dormir y nunca despertar, y no faltan quienes regresan de nuevo a sus casas por algo que se olvidaron al salir... Debe de ser interesante vivir esa vida, puesto que en mi caso el tiempo parece nunca avanzar, prácticamente una piedra que nunca es pateada.

Camino lentamente con la mirada hacia el suelo, que solo se queda quieto como si quisiera hablarme o decirme algo que yo no quiero entender ni mucho menos escuchar, me siento bajo un profundo mar que no deja pasar el ruido, una capa que me protege.

Pasado unos minutos el mismo carro de siempre baja desde la falda del cerro a toda prisa como si el tiempo también estuviera en su contra, ahí estoy yo, parado como todos los demás levantando la mano derecha para poder subir, es otra de las cosas que Hago cinco veces a la semana ¿Por qué tendría que cambiar? Todos se mueven como simples títulos manipulados por unas grandes manos encima de ellos... Y pensar que soy parte de ellos.

Al subir al carro, las miradas en cada uno son de preocupación y desesperación, como si no hubiera otro modo de vivirla, ¿por qué no acoplarnos a ella?... Preguntas vagas, tal vez con respuestas. Mientras tanto, el carro ya llego a mi destino, ... lugar donde siempre paso gran parte de mi mañana, porque soy un zombi más en el colegio secundario, Manuel Gonzales Prada.

El ingreso es a las 7:20 am, la pregunta es ¿Por qué he llegado tan temprano? Puesto que eran recién las 6:30 am, y es que no me gusta hacer contacto con las personas, todas son iguales, simples seres humanos que al igual que yo, siguen reglas y normas de lo que deben o no deben de hacer, y si no se cumplen, son sancionados como si fueran peones de ajedrez dominados por un rey y una reina. Hay quienes las incumplen y terminan siendo discriminados por la sociedad de manera consciente como inocente, votadas totalmente del tablero en el que se está la primera partida y dudo que sea la última, pero... ¿Así es la vida no?

Caminando hacia mi salón, el 3"D", como siempre con la mirada abajo, ese día me pregunto por qué levantar la mirada por unos momentos, sentí que alguien me levantaba la cara a la fuerza y ​​no quería soltarme, como si Hubiera un Conflicto arriba, una pelea entre dos seres, de quien me va a dominar, solo soy un muñeco más en esta sociedad. Después de ese entonces traté de siempre mirar hacia adelante, aunque a veces se me haría imposible hacerlo.

Mi mirada se dispuso a mirar al frente, comprendiendo que uno de esos seres había ganado la pelea. En la puerta del salón había una niña mirando las hojas secas del árbol como si estas tuvieran un brillo o algo único en ellas que yo no podía ver y tal vez nunca pueda hacerlo, para mí son de un color pobre, al igual que el moho que empieza a comer el pan y llega al punto de tener un aspecto totalmente desagradable, así lo veía yo; pero su mirada de esta pequeña era tan alegre ya la vez calmada, como si todo estuviera bien.

No quería que me mirara, así que pase por detrás de ella y de inmediato fui a sentarme a mi sitio, que se encontraba por la primera fila, cerca de la puerta, en la tercera columna, en el asiento al lado de la pared, y como siempre fría. Era como aquel último hielo en la refrigeradora, solo y frío, repeliendo a todos para que no se me acerquen y mucho menos tocar, junto con mis palabras frías que te apuñalaban como dagas en el pecho que jamás podrás sacarla.

Ya le había hablado, un 22 de marzo de 2016, un simple hola, sin un cruce de miradas, nada que no se pueda ver en las películas. Después de ello, decidí dejar de interactuar con ella y simplemente alejarme, al igual que un barco de la bahía para buscar peces que no va a encontrar en temporada de pesca y se sumerge perdido en medio de un inmenso mar.

Estoy seguro de que me vio y sentido entrar, ya que después de un rato estaba a mi lado, levanté la mirada y lo primero que vi fueron sus ojos, parecían caer dormidos en plena mañana; Usaba gafas color guinda, redondas y brillantes como una esfera de Navidad, y recién me había dado cuenta de eso -con el fetiche que tengo con las gafas-. Me sonríe y me empieza a preguntar cosas que lo veía totalmente irrelevante... ¿Qué desayunaste hoy?... Pregunta que creo que terminaré escuchando durante el resto de mi vida, no lo veo mal, puedo decir que hay veces que me da mucha gracia.

Volviendo al tema, parecía hacerme un análisis de vista, si podía ver bien o no, me hizo leer hasta la letra más pequeña que había en el salón, algo que pude lograr con facilidad, al igual que resolver uno más uno. Al terminar de responder cada una de sus preguntas, se acercó mucho. Al parecer, ella repelaba totalmente mis dagas, porque no se alejaba, y junto a ella había un campo de fuerza que le cubría totalmente de ellas.

Fue ese día donde pasó aquel incidente, en ese momento sentí algo de miedo, y estaba totalmente desacuerdo con esa mirada tan alegre y clamada, que parecía de una psicópata como a la vez daba la sensación de calidez. Emanaba un brillo inmenso que todo parecía cobrar color, puesto que todo lo que veía de blanco y negro, como las teclas del piano, cobraban color, y ni que decir de su sonrisa. Me saco de ese mar profundo, los sonidos se empezaban a disipar entre mis sentidos, sensación y reacción única, al igual que un bebé prueba por primera vez su primer dulce, su expresión es completamente indescifrable.

Aquel día pude haberle dicho otra cosa, pero ese momento lo único que se me ocurrió fue decirle "Estás loca". Eso me costó una patada en la entrepierna que me dejo totalmente cojo, a tal punto que caminar se me era difícil, era un hombre saliendo de esa jaula con barras gruesas y duras, que cada vez se adelgazaban más y más había orificios por donde respirar y muy pronto poder salir de ahí.

Al día siguiente amanecí con una bola de color negro, del mismo tamaño que una de esas canicas grandes negras con las que juegan los niños, y puedo decir que dolía demasiado con el mínimo toque delicado como tocas un algodón como si este fuera a romperse, Nunca más volví a decirle que estaba loca.

Desde ese día comenzó todo, mi mundo comenzó a cambiar de manera radicalmente, al igual que un clima indeciso que cambia de frío a calor y viceversa, y te da una sensación indescriptible. Mi manera de pensar, ser y ver el mundo, fueron cambiando progresivamente como si niño interior renaciera nuevamente.

Hoy en día puedo decir que estar con ella, es como vivir en una montaña rusa todos los días, y que ya no me quiere sacar las córneas -lo que me da un gran alivio-, ya que ahora utilizo anteojos.

"HAY MOMENTOS TOTALMENTE INESPERADOS QUE PUEDEN A LLEGAR A CAMBIAR TU VIDA POR COMPLETO."

¡ALETA!

CUENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora