cap 04

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── Hey, Sunoo. Detente, por favor. ¿Estás bien? ── cuestionó Jungwon con preocupación, mientras el pelinaranja iba corriendo a quién sabe dónde. ── Espérame.

                     

Yang sabía que algo malo había pasado. Estaba tranquilamente sentado en el comedor junto a Ni-ki, conversando de temas triviales mientras comían como ya hace varios días. Todo estaba bien, hasta que escuchó una pequeña fuente de metal caerse, desparramando la comida que yacía ahí y viendo como Sunghoon tironeaba del brazo al pequeño omega hasta tal punto de perder el equilibrio y  caer al suelo.

                     

Todos quedaron absortos mirando la escena, murmuraciones cada vez más fuerte, pero nadie se acercaba a ayudarlo.

                     

Cuando Jungwon estaba ya por levantarse, vio como Sunoo limpió bruscamente algunas lágrimas con la manga de su polera. Analizó que aquel delicado rostro reflejaba tristeza pura a la par de que sus ojitos se veían muy rojos, seguramente tratando de ocultar el llanto.

                     

Solo bastó dar un parpadeo y Sunoo pasó rápidamente por su lado, saliendo del comedor a toda prisa.

                     

── Iré a buscarlo. ── fue su último aviso, muy seguro de sí.

                     

Ni-ki percibía que algo en los lobos de los chicos ocurría, y es por eso que apoyó la decisión del otro alfa. Adoraba a Sunoo hasta tal punto que quería que este sea amado y respetado de la forma en la que realmente se merecía.

                     

Actualmente se encontraban así...

                     

Jungwon notó que el omega subió las escaleras de la facultad, al parecer
yendo a la azotea. Suspiró con lentitud y siguió sus pasos.

                     

── No me sigas, p-por favor, quiero estar solo.

                     

«No podemos hacerlo»

                     

── Solo quiero asegurarme si estás bien o si te lastimó. Déjame hacerlo. ── habló dulcemente, haciendo que el lobo del omega se regocijara ante la firmeza y suavidad de las palabras de aquel alfa.

                     

Sunoo negó, observando todo a su alrededor ni bien pisó la azotea, se encaminó hacia los barandales y acomodó sus antebrazos ahí, mirando con detenimiento lo que sucedía allí abajo.

                     

El alfa que no tardó más que segundos, se dirigió al lado donde estaba el omega e hizo lo mismo, a excepción que él observaba con lentitud el inmaculado y etéreo perfil de Sunoo.

                     

El pelinaranja cerró levemente sus ojos, disfrutando del fresco viento acariciar sus mejillas y sentir cómo unas lágrimas bajaban por su rostro hasta desaparecer cerca a su mandíbula.

                     

Dolía, realmente sentía como su corazón se oprimía hasta tal punto de sentirse asfixiado.

𝘁𝗿𝗲𝗮𝘁 𝘆𝗼𝘂 𝗯𝗲𝘁𝘁𝗲𝗿! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora