Capítulo 14

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A las afueras del castillo, el autobús escolar frenó de golpe, mientras que, en uno de los asientos traseros, David marcaba al teléfono de Megan con apuro.

— ¡No contesta! -dijo el muchacho soltando el teléfono- también intenté llamar al número de Marshall, Sean y los gemelos y tampoco responden...

Logan se mordió el labio con nerviosismo, tenía un mal presentimiento.

— Bien, hagamos esto: David, intenta llegar hasta el poblado más cercano e llamar a la policía, pide ayuda, que envíen a alguien; yo iré a buscar a los demás...

El resto de sobrevivientes lo miraron atónitos.

— ¿Qué? ¡¿Estás demente?! No, escucha, no pensarás en adentrarte ahí tú solo, ¿Verdad? ¡Es una locura! -dijo Dylan, quien había decidido hablar después de mucho rato.

— Escucha, Dylan tiene razón... Mira, hagamos esto, que las chicas busquen ayuda, Dylan cuidará de ellas, y mientras tanto, yo iré contigo a buscar a los demás...

El muchacho sentado al volante frunció el ceño.

— ¿Estás seguro?

David asintió con seguridad.

— Por supuesto, si vamos los dos entonces tendremos más oportunidades de sobrevivir.

Logan pareció pensarlo durante unos minutos en absoluto silencio, hasta que finalmente habló.

— Muy bien, hagámoslo...

Los cuatro jóvenes avanzaban con lentitud a través de los fríos pasillos de piedra

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Los cuatro jóvenes avanzaban con lentitud a través de los fríos pasillos de piedra.

La cabeza de Megan latía con fuerza, la fiebre había aumentado y la ropa empapada que llevaba no había hecho otra cosa más que empeorar la situación.

Pero, aun así, no se arrepentía de nada, gracias a que Damián y ella se habían echado al agua, Marshall seguía con vida.

Los gemelos avanzaban al frente de Marshall y ella, el frío del ambiente les calaba hasta los huesos, y pequeñas nubes de vapor salían de sus bocas con cada respiración que daban.

Tan solo les faltaba encontrar a Sean para poder salir de ahí de una vez por todas.

Finalmente, llegaron a un pabellón que se les hizo conocido, al seguir avanzando, notaron que habían llegado a donde había iniciado todo, aquel viejo y polvoriento pasillo en donde se encontraban las escaleras del vestíbulo.

— Bien, busquemos la manera de subir, una vez arriba podremos buscar el cuarto de calderas con más facilidad para así salir de aquí... -dijo Marshall a lo que los demás asintieron de acuerdo.

Con cuidado, los chicos se pusieron a revisar el lugar, estaban seguros de que debía haber una forma de subir con facilidad.

— Demonios, si tan solo tuviésemos nuestros teléfonos, esto sería mucho más sencillo... -dijo Brenda con el ceño fruncido, mientras sostenía con fuerza la lámpara entre sus delgadas manos.

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