A las afueras del castillo, el autobús escolar frenó de golpe, mientras que, en uno de los asientos traseros, David marcaba al teléfono de Megan con apuro.
— ¡No contesta! -dijo el muchacho soltando el teléfono- también intenté llamar al número de Marshall, Sean y los gemelos y tampoco responden...
Logan se mordió el labio con nerviosismo, tenía un mal presentimiento.
— Bien, hagamos esto: David, intenta llegar hasta el poblado más cercano e llamar a la policía, pide ayuda, que envíen a alguien; yo iré a buscar a los demás...
El resto de sobrevivientes lo miraron atónitos.
— ¿Qué? ¡¿Estás demente?! No, escucha, no pensarás en adentrarte ahí tú solo, ¿Verdad? ¡Es una locura! -dijo Dylan, quien había decidido hablar después de mucho rato.
— Escucha, Dylan tiene razón... Mira, hagamos esto, que las chicas busquen ayuda, Dylan cuidará de ellas, y mientras tanto, yo iré contigo a buscar a los demás...
El muchacho sentado al volante frunció el ceño.
— ¿Estás seguro?
David asintió con seguridad.
— Por supuesto, si vamos los dos entonces tendremos más oportunidades de sobrevivir.
Logan pareció pensarlo durante unos minutos en absoluto silencio, hasta que finalmente habló.
— Muy bien, hagámoslo...
Los cuatro jóvenes avanzaban con lentitud a través de los fríos pasillos de piedra.
La cabeza de Megan latía con fuerza, la fiebre había aumentado y la ropa empapada que llevaba no había hecho otra cosa más que empeorar la situación.
Pero, aun así, no se arrepentía de nada, gracias a que Damián y ella se habían echado al agua, Marshall seguía con vida.
Los gemelos avanzaban al frente de Marshall y ella, el frío del ambiente les calaba hasta los huesos, y pequeñas nubes de vapor salían de sus bocas con cada respiración que daban.
Tan solo les faltaba encontrar a Sean para poder salir de ahí de una vez por todas.
Finalmente, llegaron a un pabellón que se les hizo conocido, al seguir avanzando, notaron que habían llegado a donde había iniciado todo, aquel viejo y polvoriento pasillo en donde se encontraban las escaleras del vestíbulo.
— Bien, busquemos la manera de subir, una vez arriba podremos buscar el cuarto de calderas con más facilidad para así salir de aquí... -dijo Marshall a lo que los demás asintieron de acuerdo.
Con cuidado, los chicos se pusieron a revisar el lugar, estaban seguros de que debía haber una forma de subir con facilidad.
— Demonios, si tan solo tuviésemos nuestros teléfonos, esto sería mucho más sencillo... -dijo Brenda con el ceño fruncido, mientras sostenía con fuerza la lámpara entre sus delgadas manos.
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Bienvenidos al internado Havistock
Misterio / SuspensoMegan Wyeth es una joven de 16 años que es enviada a un internado en Glasgow, Escocia, con el fin de que curse los siguientes dos años en aquel lugar. Sin embargo, hay un problema: Aquel viejo castillo se encuentra en medio del bosque, a kilómetros...