Capítulo 1

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Septiembre del 2011

Era un frío día de otoño cuando el taxi se detuvo frente a un imponente castillo de piedra en medio del bosque, la brisa fresca invadía todo el lugar y el cielo gris se encontraba presagiando el aguacero próximo a llegar. Con la respiración temblorosa la joven no pudo evitar cerrar los ojos con fuerza, por fin había llegado, estaba nerviosa, totalmente asustada ante lo desconocido, después de todo se encontraba sola en otro país.

La joven salió de sus pensamientos al sentir el sonido de la puerta al ser abierta, respiró hondo y salió del auto, mientras que con el pulso acelerado y el corazón latiendo a mil por hora tomaba una gran bocanada de aire hasta llenar por completo sus pulmones.

El conductor, un hombre pequeño y regordete, de tientes amarillos y escasos cabellos peinados de costado en un vano intento de esconder su incipiente calvicie, le entregó su equipaje, para acto seguido subir nuevamente al automóvil y empezar la marcha hacía la carretera, desapareciendo rápidamente de su campo de visión.

Ya no había marcha atrás.

La joven muchacha suspiró, dirigiendo una vez más su mirada hacia el castillo que se alzaba a unos cuantos metros de distancia, lugar donde residiría durante, tal vez, los próximos dos años

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La joven muchacha suspiró, dirigiendo una vez más su mirada hacia el castillo que se alzaba a unos cuantos metros de distancia, lugar donde residiría durante, tal vez, los próximos dos años. Al frente, ubicado junto al camino pedregoso, se hallaba un letrero que, con letras cinceladas y finas, lucía una leyenda:

"Bienvenidos al internado Havistock, el hogar donde nacen los sueños del mañana"

La vegetación rodeaba toda el área, miles de árboles se regían por toda la región, al igual que ríos, algunos lagos y campos verdosos; los árboles empezaban a teñirse del característico color naranja que distinguía la época y las ráfagas de viento helaban a todo aquel que transitara por el lugar. No había rastros de civilización en kilómetros, estaba atrapada en ese sitio y sin ningún tipo de escapatoria.

Solo quería irse corriendo y desaparecer, cuando su padre le informó que la había inscrito en aquel lugar no pudo evitar tener un mal presentimiento sobre esta aquella situación, como si fuera el presagio de una pesadilla que estaba a punto de hacerse realidad de manera inefable.

Con algo de duda todavía, tomó sus maletas y empezó a caminar hacia la entrada del recinto, mientras veía todo a su alrededor y observaba como en la copa de uno de los árboles se encontraba una pequeña parvada de cuervos, que con sus ojos oscuros la observaban con atención, como si estuvieran analizando cada uno de sus movimientos, a la espera de un festín.

La joven tragó saliva ante el tormentoso rumbo que estaban tomando sus pensamientos, por lo que apretando el paso llegó rápidamente a la entrada de aquel lúgubre castillo.

Una vez que por fin se sintió segura tras las paredes de aquella fortaleza, empezó a deambular por los pasillos de la edificación en búsqueda de la oficina de la directora del internado; su padre le había indicado que debía hablar con ella, sobre una puerta se encontraba escrito en letras doradas y elegantes el nombre del lugar que había estado buscando durante tanto tiempo.

Bienvenidos al internado HavistockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora