Capítulo 11

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El atronador sonido de un disparo inundó los fríos y húmedos pasillos de piedra del internado.

Todos se exaltaron ante el horrible estruendo retumbante en aquellos oscuros pasillos, preguntándose ahora quién sería la nueva víctima de esta serie de sucesos trágicos.

Megan giró su rostro de nuevo para ver el camino por el que acababan de pasar, ya estaban cerca del gimnasio del internado, una vez que llegaran ahí intentarían llegar al portón de escape para emergencias y desde ahí contactarían a los demás para escapar.

Un suspiro escapó de los labios de Megan; a esas alturas la fiebre había vuelto, y el ambiente húmedo y mohoso de las catacumbas no había ayudado en nada a su malestar.

En silencio se dirigieron hacía el gimnasio, debían darse prisa en llegar y averiguar si realmente les sería posible salir desde ahí.

Los jóvenes al escuchar aquel terrible estruendo detuvieron la marcha, sus rostros reflejaban el más puro horror al imaginarse que alguno de sus amigos podría haber encontrado su fin.

Iban bajando las escaleras rumbo al taller de reparación, en busca del resto de alumnos y profesores, de allí se dirigirían al estacionamiento del instituto.

— Eso... ¿Fue un disparo? -preguntó Elizabeth con la voz entrecortada.

La pregunta quedó en el aire.

Nadie se atrevía a romper aquel repentino silencio sepulcral que se había formado, un silencio intenso, súbito, profundo, dejando ver la tensión que los rodeaba.

Respirando profundo Logan se giró de nuevo hacia las chicas, Nicole se encontraba extremadamente pálida, Alice temblaba por completo y Elizabeth tenía los ojos totalmente cristalizados por el miedo.

— Sigamos, no es bueno que nos quedemos detenidos en este lugar, además tenemos que encontrar al resto...

— Pero ¿Y si los chicos necesitan ayuda?

— Créeme Alice, seremos más útiles si buscamos ayuda...

Las chicas asintieron levemente, aún inseguras, pero Logan tenía razón, eran mucho más útiles si encontraban ayuda, de momento, esa era la prioridad.

Las chicas asintieron levemente, aún inseguras, pero Logan tenía razón, eran mucho más útiles si encontraban ayuda, de momento, esa era la prioridad

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Cuando Sussan Bowick abrió los ojos se encontró rodeada de una terrible oscuridad, no podía ver nada, cosa que no la tranquilizó en lo absoluto.

Con confusión intentaba hacer memoria sobre qué era lo último que recordaba, hasta que por fin difusas imágenes invadieron su mente como fogonazos.

Recordaba que estaba junto a los gemelos, los tres en silencio por los fríos pasillos, cuando a lo lejos lograron ver un tenue destello de luz. Al llegar hasta la fuente, notaron que esta salía de las rendijas de una tabla de madera vieja y podrida, y que, del otro lado, una lámpara de aceite iluminaba el cuarto continuo.

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