ii. rhaegor

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Pozo Dragón, 120 d

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Pozo Dragón, 120 d.C.

La soledad era algo que le agradaba a Rhenys. El silencio que la acogía y le permitía escuchar sus pensamientos era algo que disfrutaba. Siempre se encontraba rodeada de gente, si no eran las damas de la corte eran sus criadas, era abrumador para una pequeña niña de ocho años que solo deseaba un momento de paz. A ella no se le daba la misma libertad que tenían los príncipes Targaryen y por ello tomaba cada oportunidad que tenia de estar sola y lo disfrutaba al máximo.

Caminando a través del enorme lugar que era Pozo Dragón podía escuchar los aleteos de los dragones. Dragones, Rhenys los amaba pero sobre todo a su dragón, Rhaegor, era majestuoso, había estado con la pequeña desde su nacimiento y desde entonces le era leal. Rhenys tenía una conexión especial con el dragón rojo aunque Rhenys sabía que era algo normal de los Targaryen, al ser jinetes su conexión con sus dragones eran fuerte, la princesa estaba segura que los dragones incluso podían sentir las emociones de sus jinetes. Por esa razón estaba en Pozo Dragón, porque quería estar cerca de Rhaegor, en su pecho se acogía un sentimiento de anhelo y desesperación y Rhenys sabía que eran los sentimientos de Rhaegor que ansiaba verla. No podía pasar mucho tiempo con el dragón rojo adornado con hermosas escamas doradas luciendo como si el dragón hubiese sido bañado en oro, sus escamas combinaban con sus ojos dorados. Majestuoso era quedarse corto para describir a Rhaegor, aún no era tan grande pero Rhenys sabía que en algunos años Rhaegor volaría sobre los cielos y lo reinaría, que un solo rugido suyo haría que todos se pusieran de rodillas.

A la pequeña princesa le costaba hacer que los cuidadores la dejaran pasar a la Guarida de los Dragones, ya que temían que un dragón le hiciese daño y ellos deberían pagar las consecuencias, aun así Rhenys logro persuadir a un cuidador para poder pasar tiempo con Rhaegor, pero el cuidador le dijo que no podía ser en Guarida así que el mismo le llevo a su dragón.

Rhenys sonrió.

— Rhaegor, nyke miss ao, issa byka zaldrīzes —le dijo con añoranza mientras acariciaba al su dragón. Te extrañe, mi pequeño dragón. Rhaegor respondió a sus caricias acercándose más a su jinete. Hasta que Rhaegor le dio un pequeño empujón que hizo que Rhenys riera, le agradaba jugar con su dragón era algo único y ella sabía que era de las pocas privilegiadas en tener esta oportunidad gracias a la sangre de dragón que corría por sus venas.

El tiempo paso pero Rhenys no sintió las horas fluir, ella disfrutaba convivir con Rhaegor y olvidaba lo que sucedía a su alrededor. Lo único que logro interrumpirla fue el rugido de Rhaegor hacia un lugar de Pozo Dragón. Rhenys alarmada volteó y buscó lo que provocó el rugido de su dragón. De pronto observó una cabellera platinada correr para esconderse detrás de una gran columna.

Aemond.

— Aemond, ¿eres tú? —preguntó mientras esperaba que el niño saliera de su escondite.

DRAGON BLOOD ━━ AEMOND TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora