vii. sunset

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Las tripas del caballero cayeron, manchando la arena del rojo carmesí de la sangre

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Las tripas del caballero cayeron, manchando la arena del rojo carmesí de la sangre. La multitud vitoreo y aplaudió con ímpetu celebrando al caballero ganador de esta revuelta y ansiando la próxima batalla.

Rhenys arrugó su cara en una muestra de desagrado y miedo. Su mano no tardo en buscar a la de Aemond, que se encontraba a lado suyo.

— ¿Qué sucede, corazón de dragón? —preguntó Aemond preocupado por el miedo que se plasmaba en el rostro de su querida princesa.

— Pensé que no había derramamiento de sangre en los torneo.

— La hay, muchos no soportan perder ante otro caballero, les gusta defender su honor y orgullo.

— No sé si para mí sería un gran regalo ver como hombres se masacran entre sí.

—Costumbres de Westeros, Rhenys —rio Aemond. — Pero no debes preocuparte, estoy aquí para ti, siempre lo estaré.

Los niños se sonrieron, una acción que ya era muy común entre ellos, Aemond le dio un pequeño apretón a la mano de Rhenys para probar su punto.

— ¡Princesa Rhaenyra, le pido como su humilde caballero que me conceda su favor! —se acercó un caballero sobre su caballo negro y una lanza, portaba el escudo de una trucha plateada sobre colores rojos y azules, un Tully.

Rhenys vio como su madre se acercaba al caballero y le puso una corona con flores y listones en la lanza.

— ¿Favor? ¿Qué significa eso, Aemond? Estoy segura que un día la Septa hablo de esto pero no lo recuerdo muy bien —la pequeña castaña dirigió su mirada interrogante al príncipe Targaryen.

— Es como desearles suerte a un caballero para que ganen el torneo, no sabría cómo explicártelo.

— ¿Y cómo los caballeros eligen a la dama a la que les pedirán el favor?

— Dependiendo del caballero, unos buscan a la dama más bella, otros a la que tiene mejor posición, un mejor apellido, otros eligen a sus esposas, prometidas o incluso a sus amantes.

Aemond remojo sus labios en saliva y pensó si debía ventilar sus pensamientos. Pero él no era un cobarde, como le había dicho Aegon hace unas horas antes de iniciar el Torneo.

— Un día... Aunque los torneos no son de mi agrado... —Rhenys dirigió sus brillosos ojos a Aemond, el corazón de Aemond comenzó a latir con fuerza, como nunca lo había hecho. Aemond aclaró su garganta. — Me uniré a un torneo y pediré tu favor, corazón de dragón, y prometo que te coronaré como Reina del Amor y la Belleza.

Las mejillas de Rhenys no tardaron en adquirir un tono rojizo.

— Para mí sería un honor, Aemond.

El vitoreo de la multitud fue ignorado por los niños quienes se sonreían. No fue hasta que escucharon otra voz sonar.

— ¡Mi Reina! —Ser Criston se acercó con su caballo hacia donde estaba la familia real. — ¡Le pido su favor para que me traiga suerte en este torneo, como su humilde servidor!

Muchos observaron sorprendidos la acción, incluso muchos no consideraron apropiado que un caballero le pidiese eso a la Reina.

Una pequeña sonrisa se asomó en los labios de la Reina quien le dio una mirada a su esposo pidiéndole permiso con la mirada, una simple cortesía para no ofenderlo. Viserys le dio un leve asentimiento. Haciendo que la Reina repitiera la acción que hace unos minutos hizo Rhaenyra.

El torneo continuo con normalidad, sangre y gritos.

Ser Criston peleo contra el caballero Tully que pidió el favor de la Princesa Rhaenyra. Al Ser no le costó mucho derivar al Tully, siendo así que Ser Criston se proclamó el ganador del Torneo.

Los niños iban tomados de la mano a la orilla del mar, con unos guardias reales detrás de ellos –que aunque ningún de los dos estuvo de acuerdo, sus madres dejaron claro que no podrían salir sin ellos, entonces ambos tomaron la única opción que tenían–. El sol se estaba ocultando y los colores rojos y naranjas inundaban el cielo mientras este se reflejaba en el mar. El ocaso era prueba de las largas horas que pasaron Rhenys y Aemond explorando Marca Deriva.

— Princesa Rhenys —habló Ser Harwin Strong, su madre dijo que no confiaba en nadie más que él para acompañar a su hija luego de enterarse que Ser Criston Cole sería el guardia del Príncipe Aemond a petición de la Reina Alicent. —Me temó que ya es tarde, deberíamos regresar ahora, su madre estará preocupada por usted.

— No te preocupes, Ser, solo unos minutos más, veremos la puesta del sol —lo calmó Rhenys con una sonrisa. Gesto que no paso por desapercibido por Ser Cole que miró con prejuicio la interacción.

— Vamos, corazón de dragón —dijo Aemond mientras jalaba a la princesa, pero siempre con cuidado de no hacerle daño. —Perderemos la puesta del Sol.

Corazón de dragón, el apodo no pasó desapercibido por el guardia real de la Princesa Rhaenyra.

Ambos niños corrieron en la arena mientras reían para al final sentarse en la arena, sin importar si eso era algo apropiado para miembros de la realeza, según ellos eligieron el mejor lugar ya que era el que los dejaba justo en frente del sol.

Ser Harwin vio con adoración a la princesa, su pequeña niña, había crecido mucho, aún recordaba la primera vez que la tuvo en sus brazos unas cuantas lagrimas traicionera se salieron de sus ojos ese día, algo que nunca le paso antes, pero tener a la pequeña bebe con él, ver sus cabellos castaños y como su pequeña mano apretaba su pulgar fue suficiente para tocar el corazón del hombre que podría romper los huesos de cualquier caballero.

— ¿Y qué paso ayer con las galletas? — le preguntó Aemond a Rhenys.

— Se las di a Luke, al principio se mostró orgulloso y dijo que no las quería y no me perdonaría pero luego las tomo y se las comió todas. Supongo que ya sé que hacer de ahora en adelante para domar al dragón —bromeó Rhenys, Aemond rio con ella.

— Mira, Aemond, el sol se está escondiendo detrás del mar.

— Lo veo, Rhenys —dijo Aemond con una sonrisa mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Rhenys.

— Es un bonito ocaso, ¿no lo crees?

— Lo hago, pero es mejor aún porque estamos juntos.

Rhenys sonrió. —Entonces espero que no sea el último.

— No lo será, pero lamentablemente los ocasos no son tan bonitos en Desembarco del Rey.

Rhenys suspiró. — Ya nos la arreglaremos para encontrar alguno.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo, Aemond.

Ambos dirigieron su mirada hacia el sol que daba sus últimos rayos de sol por hoy y se ocultaba detrás del mar, juntos de la mano.


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Aemond y Rhenys me darán diabetes de lo adorables que son juntos <3 

Siento que el capítulo sea tan corto :( 

Jaja según yo no servía para escribir situaciones cursis y mírenme aquí estoy, pero todo sea por los novios jaja  

DRAGON BLOOD ━━ AEMOND TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora