xii. marriage

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(capítulo 4 del maratón, y penúltimo)

— Entonces Helaena puso la oruga en mi mano y ¡ugh! se sintió asqueroso, yo no entiendo como Helaena puede tocarlas, son viscosas y horribles

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— Entonces Helaena puso la oruga en mi mano y ¡ugh! se sintió asqueroso, yo no entiendo como Helaena puede tocarlas, son viscosas y horribles.

Aemond, que se encontraba recargado en el arciano, estalló en carcajadas, había pasado un largo tiempo escuchando las quejas de Rhenys sobre lo asquerosas y viscosas que eran las orugas.

— No entiendo el gusto de mi hermana por esos bichos, es raro, pero eso hace a Helaena única y especial—sonrió.

Rhaenys sonrió ante las palabras de Aemond hacia su hermana, si de algo se había dado cuenta la princesa de cabellos castaños es que el príncipe Aemond apreciaba con todo su corazón a su hermana mayor, era su favorita; y Rhaenys entendió el por qué, Helaena tenía una alma pura e inocente e irradiaba luz a donde fuera. La hija mayor de Rhaenyra le gustaba pasar tiempo con Helaena, esos momentos eran experiencias sublimes, algo extrañas pero seguían siendo únicas., por eso apreciaba muchísimo a Helaena y la quería mucho, aunque Aemond seguía siendo su favorito entre los hijos de Alicent y el Rey.

Durante todas estas lunas, Aemond y Rhenys se habían vuelto profundamente cercanos. Rhenys encontró una amistad en el príncipe que parecía disfrutar su compañía y Aemond encontró en la princesa alguien que lo apoyaba y lo escuchaba, alguien que no ignoraba sus opiniones o sus problemas. Rhenys se preocupaba por Aemond. Rhenys quería a Aemond. Aemond jamás sintió que alguien lo apreciara, desde luego que Helaena era buena hermana y lo quería, a su extraña y particular forma de querer, pero no era alguien con quien pudiera sentarse y explicarle porque le molestaba tanto ser el segundo hijo varón que siempre hacían a un lado, si Aemond lo hiciera Helaena solo contestaría con algo como "mientras uno hace encender el fuego y vuela por los cielos, el otro solo se sienta y espera que se arrodillen" –esa fue la respuesta exacta cuando Aemond le explicó sus molestias con su familia.

La amistad entre los príncipes se había hecho fuerte, ante los ojos de sus madres, aún con el disgusto de la Princesa Heredera que no hizo nada para separarlos porque sabía que eso podría herir a Rhenys y ella jamás haría algo para lastimar a su hija.

— Hablando de Helaena —dijo la castaña—. La he visto a ella y a Jace muy cercanos, quien sabe capaz se enamoren y se casen y les escriban una hermosa canción que pasara por generación a generación —suspiro ilusionada—. Eso suena como una bonita historia.

— Siento romper tus ilusiones, zaldrīzes prūmia, pero no creo que eso llegue a pasar.

Corazón de dragón.

— ¿Por qué?

Porque nuestras madres se odian, pensó.

Aemond luego de doce días de su nombre entendió muchas cosas, su madre se había encargado de repetirle un centenar de veces las tradiciones, costumbres y deberes de todos los príncipes y a su madre le molestaba profundamente que Rhaenyra, según su madre, no las siguiera. Así que Alicent educó a los príncipes desde pequeños para que se convirtieran en príncipes ejemplares.

DRAGON BLOOD ━━ AEMOND TARGARYENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora