2

40 1 0
                                    


Será un viernes cuando estaré caminando por el cerro, y veré a mis padres correr apresurados hacia mi. Estaré anonado.

-Nos han llegado los resultado de la universidad. Si te aceptaron mijo

-Que orgullo, nuestro hijo irá a la ciudad

-¿Es enserio? ¡No puedo creerlo! ¡Entré ! ¡Entré!- saltaré extasiado, pues a decir verdad, serán demasiadas personas para que pudiera ser elegido.

Entre los tres nos abrazaremos, y en medio de la bruma, podré sentir el calor de sus corazones abrazando completamente al mío. Qué maravilloso.

Pero habrá ahora un detalle: ¿podré vivir lejos de mi terruño?

El abrazo se cortará en justo momento. Ellos mirarán mi rostro con orgullo y podré sentir una satisfacción que nunca se podrá equiparar, tal vez: ver a mis padres contentos de mis logros.

Les diré que luego los alcanzaré en la casa, que iba a estar otro rato por el cerro.

Mi madre mientras tanto, preparará algo delicioso para comer.

Continuaré mi caminar, hasta que decidiré sentarme en una piedra, y me quedaré pensando.

¿Será que podré sobrevivir en la ciudad?

Tan angustiado y perdido me sentiré, que me dolerá el estomago. ¡Pero no me quiero quedar en este pueblo! Tengo que salir y obtener un titulo. Es más probable que me paguen mejor y pueda ayudar a todos aquí. Me quitaré la gorra roja, que es mi fiel compañera, para sacudirme con fuerza el fleco. Suspiraré profundamente. Empezaré a sentir un frío más profundo del que ya se sentía.

De repente, en medio de la bruma matinal, me toparé a un conejo. Sus ojos rojos me mirarán profundamente, ¿me querrá decir algo? ¿O es que el diablo se ha disfrazado de este animalito para arrastrarme a vender mi alma? Le sostendré la mirada. No me dejaré vencer. La niebla se limpiará un poco y veré unas pequeñas manchas rojas en su pelaje, a lo que me sorprenderé por que parecen sangre, y, de repente, la bruma pasará frente a mis ojos otra vez haciendo que el conejo, desaparezca con ella.

Nunca olvidaré eso, supongo.

¡Maldita sea! ¡No sé como podré estar lejos de mi familia, mi hogar, mi tierra!

A pesar de que me causará mucha alegría la noticia, mi carácter previsor y ansioso no podrá evitar detenerse a reparar en eso. Creo que ese es un gran defecto, pero al mismo tiempo, una gran virtud.

Y por sobre todo, mi deseo inmensurable de lograr más, me hará una especie de super humano buscando una mejor oportunidad. Tal vez el abuelo hubiera deseado, antes de su muerte,  que yo me quedara en el pueblo dedicándome a lo mismo de siempre. Pero, ¿Quién podrá robarle los sueños a un alma joven? Solo la muerte. 

Las tres noches del conejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora