Nalgadas

4.5K 508 209
                                    

Pete POV

La llamada con mis padres para cuidar a los niños fue bastante sencilla, ambos estaban emocionados por tenerlos un fin de semana entero donde pudieran consentirlos, trate de decirles que sería solo la noche del viernes y pasaría a recogerlos el sábado en la mañana, pero no tuve oportunidad, antes de que pudiera abrir la boca, ya estaban organizando una ida al supermercado para abastecer todo lo que Macao y Venice pudieran desear.

Lo complicado fue hablar con Tay, tan pronto mencione que los niños se quedaría con sus abuelos por tres días, se volvió loco, quería que fuera la noche más larga de mi vida y convenció a nuestros amigos de ayudarlo a lograrlo, tuve que recordarles una docena de veces que no era mi noche, sino la Khun, pero incluso él estaba entusiasmado con los planes de Tay, así que mis intentos se fueron al Diablo.

El viernes mis padres fueron a buscarlos a la escuela y Tay me siguió a casa con el pretexto de ayudarme a prepararme, según él, yo era capaz de no aparecer de último minuto con algún pretexto con tal de no ir con ellos al club.

Apenas se abrieron las puertas del elevador se apresuró a ir hasta mi apartamento con la pequeña maleta que traía para cambiarse, aunque con eso parecía que iba a quedarse a dormir en mi casa al menos una semana, suspiré pesadamente aceptando mi destino.

― ¿Al menos puedo tomar una siesta antes de que tenga que arreglarme? No dormí muy bien esta semana. ―rogué abriendo la cerradura y dejándolo entrar, él negó pasando frente a mí y me dedicó una mirada que reconocía de hacía unos años, cuando era capaz de seguirle el paso sin problemas y por eso terminábamos ebrios en cualquier parte de la ciudad, reconsiderando todas nuestras decisiones en la vida.

―Puedes ir a dormir, mientras tanto arreglare tu casa para que puedas traer a quien quieras contigo esta noche. ―fruncí el ceño sosteniéndome todavía del umbral de la entrada y con las llaves entre los dedos.

― ¿Qué tiene de malo mi casa? ―murmuré confundido, él se encogió de hombros.

―Es claramente la casa de dos niños, tengo que convertirlo en el apartamento de un soltero en busca de diversión. Preferiría que vayas a la casa de alguien más para que puedas huir en la mañana, pero sé que no lo harás, así que tendrás que traerlo aquí y no podemos dejar que vea todas las fotos y juguetes de tus hijos. ―puse los ojos en blanco, estaba siendo ridículo, no planeaba hablar con nadie que no fuera parte del grupo. ―Si lo dejamos así el tipo saldrá huyendo pensando que quieres otro papá para los niños o peor, querrá jugar a la casita contigo y jamás podrás sacarlo del apartamento.

―Tay, lo estás pensando demasiado, no traeré a nadie aquí. Acepte salir a divertirme con ustedes, beberé y disfrutaré la noche, pero no voy a buscar un hombre por ahí. ―murmuré dejando caer las llaves en el bol junto a la puerta y a punto de cerrarla finalmente, cuando alguien me detuvo y un rostro que ahora sentía demasiado familiar se asomó tomándome por sorpresa.

― ¡Hey! ―saludó con una encantadora sonrisa y un asentimiento dirigido a Tay que continuaba parado en mitad de la sala.

―Hola. ―respondí sonriéndole de vuelta, Kim, el amigo del vecino, el peor de los vecinos que podía tocarme tener, el tipo de la cena desastrosa que fingía no conocerme cuando nos cruzábamos en el pasillo y había decidido ignorar de vuelta porque era un idiota.

―Creí escucharte llegar. ―explicó después de un largo silencio, asentí sin saber que decir, desde nuestro primer encuentro lo había visto bastante por aquí, empezaba a creer que vivía con el idiota del otro lado, hasta los niños ya lo consideraban uno más de mi amigos con el que podían hablar como si no fuera un extraño. ―Estaba esperando a que llegaras.

Play DateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora