XV

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¿Podría retomar todo nuevamente si alguna vez salía de allí? Estaba siendo carbonizado, mutilado, destripado una y otra, y otra, y otra vez ¿Su piel? Ya no estaba, y podía ver los pedazos de ésta en el aire a pesar de la oscuridad en el lugar, todo gracias a los fuertes relámpagos que partían su cráneo ante la intensidad de la repentina luz.

Se encontraba desnudo, amarrado a una especie de telaraña hecha con fierros oxidados y puntiagudos. Gritaba, y nadie lo oía. Podía oír a más gente gritar, pero ninguno se oía entre sí cuando intentaban decir algo. Todo allí eran lamentos, sollozos fuertes, quejidos y la inevitable soledad. De vez en cuando, todo se apagaba y le daba mucho sueño.

Cuando sus ojos se cerraban, estaba nuevamente en la tierra, pero no en 1967. Siempre eran diferentes tiempos: su infancia, su adolescencia, su boda, situaciones con sus hijos... y todas eran pesadillas. Inevitables pesadillas, las cuales convertían buenos momentos en traumas permanentes. Habían pasado más de setenta años.

¿Todo seguiría igual fuera? ¿Todos estarían viejos? ¿Volvería a su cuerpo, en la tierra? Y lo importante... ¿Volvería completo? Porque su alma... su alma no solo había sido sumergida en aquel mar de fuego llamado La Fosa, calcinada una y otra vez sin arrepentimientos. ¿Sería tan fuerte como para resistirlo?

Habían pasado dos semanas desde lo ocurrido: JiMin y Yoongi eran esposos. Los días habían estado extrañamente bien, y cuando Eunji le preguntó a su hijo sobre el anillo él mintió, diciendo que tan solo era un anillo que compró en una tienda a la cual tuvo que ir a acompañar a JungKook. Por algún motivo, luego de decir aquello Hyunah rió secamente, y el rizado tan solo la miró fijo por unos segundos, intentando analizar a su hermana, saber si ésta sospechaba algo.

¿Cómo podría? Cuando Yoongi le propuso matrimonio estaban en un parque, Hyunah estaba en la escuela y ni siquiera quedaba en la misma zona. Era más posible que su madre los encontrara a que los encontrara su hermana. En el pasar de las semanas JiMin se había vuelto paranoico, creyendo que todo el mundo con el que hablaba sabía algo sobre Yoongi. No temía por él, temía por el diablo.

A pesar de que éste le había confesado que los exorcismos no le afectaban, tan solo lo regresaban al infierno, pero podría volver muy fácilmente, el rizado se abrazaba a él y quedaba en silencio, transmitiéndole su miedo sin decir ni una palabra. Yoongi le confesó cómo funcionaban las cosas luego de que JiMin le hiciese unas simples preguntas. ¿Cómo era el infierno?

"—Claramente no es la típica imagen de fuego, velas rojas, y un trono donde todos se inclinan ante mí. No es una casa, tampoco es un lugar en sí. —comenzó, con su mirada fija en el muslo del menor y en cómo su mano repleta de anillos de oro acariciaba aquella suave y pálida piel, de vez en cuando haciendo una leve presión.

—Hay muchas maneras de pasar la eternidad en el infierno, y todas son obligatorias. —¿Por ejemplo?

Suspira. Por algún motivo no lo hacía sentirse orgulloso con JiMin. —Me he tomado la molestia de observar a los mundanos, y entre aquello noté que lo más les molesta es esperar. Esperar en una fila de un banco, de una tienda, de cualquier cosa. No pueden soportarlo. Cuando un alma va al

infierno va a verse a sí misma en una fila larguísima, y depende de lo malo que haya hecho esa alma, pasará el tiempo que el demonio que se encarga de aquella área decida.

—Vaya... ¿Y qué pasa cuando finalmente terminan la fila?

—Vuelven al principio. Como dije: depende de lo que hayan hecho. JiMin asiente, tan solo eso.

No puede reaccionar diferente, no puede fingir no estar asustado. Inconscientemente se acurruca más en Yoongi, y éste lo recibe envolviendo un brazo en su cintura y otro bajo los muslos, acariciándolo. El rizado refriega su naricita contra el pecho desnudo y tatuado del diablo, y respira profundo un par de veces antes de planear volver a hablar.

DWTD ; ©YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora