La familia Park partió a la cabaña al día siguiente. JiMin había salido unas horas después desde que había despertado, pero decidieron esperar un poco, dejarlo descansar en su propia casa, en su cuarto, donde el rizado menos quería estar. Podía sentir el malestar –el normal– irse lentamente de su cuerpo, dejándole un leve vacío en el pecho que, poco a poco y sin darse cuenta, iba volviéndose más grande.
El estar solo, en silencio y acurrucado en la cama de su habitación le hacía recordar cuánto extrañaba a Yoongi, y lo mucho que, a veces, odiaba que fuese el diablo. Tenerlo lejos de él era una lenta tortura, y prefería pasar por cualquier otra que le trajera dolor físico a pasar por uno que solo le hacía doler el corazón y no parar de pensar ni por un segundo. Habrá quedado clarísimo que no había descansado ni un poco aquella noche, porque todo el cuerpo le dolía, y porque no podía dormir sin hablar con Yoongi antes.
Además de sus hematomas y notables ojeras oscuras bajo sus ojos, cargaba con un tremendo mal humor que apenas lo estaba dejando respirar. Su familia, la cual jamás lo había visto de aquel modo, tan gruñón y maleducado, decidieron ignorarlo y tratarlo como siempre antes de irse en el auto. Eunji y Seung conversaban en los asientos de adelante, Hyunah escribía en su diario y JiMin veía por la ventana en el asiento de atrás.
—Será un precioso viaje, ¿verdad?
—Si, cariño. —le respondió Seung a su esposa, suspirando y mirando por el espejo retrovisor a su hijo.
—¿JiMin? ¿Todo en orden?
El niño miró los ojos de su padre fijamente por el espejo, de mala manera. Si no fuese tan adorable, probablemente daría miedo. Hyunah silbó al notar que no hubo respuesta de su parte.
—¿Estamos de mal humor? —bromeó con ánimos, aún escribiendo en su cuaderno.
JiMin regresó la mirada a la ventana. —Si, le sucede a la gente que se cae por una escalera y se lastima. — respondió, sarcástico.
Su hermana se encogió de hombros. —Cada uno sabe en lo que se mete, ¿verdad?
Y JiMin no entendía, realmente no entendía qué era lo que sucedía: tal vez extrañaba mucho a Yoongi, tal vez necesitaba su presencia, tal vez no. Tal vez estaba harto de lo que le sucedía, de la farsa de familia que llevaba consigo y el cómo ninguno quería admitirlo, o como su padre intentaba brindarle su confianza cuando había sido una porquería por largos años. No sabía qué era, realmente no, pero aquella ira enjaulada en su pecho lo hizo girarse lentamente hacia su hermana y dedicarle una mirada desquiciada.
—Estás muerta. —simplemente le dijo, algo ronco debido al enojo que cargaba encima.
La adolescente se lo quedó viendo a la vez que JiMin se giraba, indignada al haber oído a su hijo. —¡Park JiMin! ¿Qué rayos sucede contigo? —JiMin la observó de reojo, pero no le quitaba la vista de encima a su hermana.
—¡Mírame cuando te hablo! —finalmente lo hizo.
Madre e hijo intercambiaron miradas. —No sé qué te sucede, pero no quiero que vuelvas a decirle cosas así a tu hermana, y menos de aquella manera. ¿Me oíste?
JiMin parpadeó rápidamente por unos segundos, nuevamente viendo a Hyunah, la cual se veía incómoda y asustada mientras se alejaba un poco de su hermano menor. Éste último comenzó a sentir un fuerte nudo en su garganta, porque se había dado cuenta de que había asustado a su hermana, pero ya estaba cansado de pedir disculpas sin obtener nada a cambio.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y asintió lentamente ante la última pregunta de su madre, girándose nuevamente hacia la ventana y acurrucándose, observando el paisaje y al cuervo que le seguía. —Ya, ya. No le grites, Eunji. —su padre intervino.
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DWTD ; ©Yoonmin
FantasyEs 1967 y JiMin está harto de ser aquel chiquillo religioso el cual todos molestan. Ya cansado de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas. ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...