JiMin estaba vivo. Apenas. Pocas veces los ángeles tenían el permiso de la otra persona para poseerla, pero a Yoongi todo le daba igual. Yoongi no podía dejar morir a JiMin, simplemente no era lo correcto, éste no era el destino del niño y, honestamente, poco le importaba si lo era.
Iba a salvarlo por las buenas o por las malas. Los arcángeles eran fuertes, JiMin se curaría de inmediato si el diablo quería. Estaba maldito, pero aún podía sanar humanos, aunque jamás lo había hecho antes. El niño había sido el primero. Suspiró. Era extraño ser más bajo, era extraño ser su esposo. Bajó los escalones que lo habían llevado a la azotea, y nadie estaba en el segundo piso.
Todos se encontraban abajo, en donde habían estado al principio. Se oía un llanto, el cual seguramente era de su suegra, y las personas se comunicaban de manera rápida, nerviosa. Yoongi llegó hasta la escalera, pero se quedó de pie allí, sin bajar y observando fijamente a las personas mientras llevaba una de las pequeñas manos de su esposo al bolsillo delantero de su pantalón, con la otra apoyándose en la baranda, alzando un poco más el rostro, mostrando superioridad ante todos los asquerosos seres humanos en aquella casa. Cada uno de ellos era peor.
Solamente estaban Eunji, Hyunah, Seung y el padre William, el cual sostenía su cabeza ante la sangre que emanaba de un corte que a simple vista parecía leve pero era algo profundo. Nada para morirse. Eunji dió un paso antes de que Seung la tomara del brazo, pero ésta jamás quitó su mirada del cuerpo de su hijo, el cual justo ahora no lo estaba siendo.
—¿JiMin? ¿Bebé? —le tembló la voz.
Las cejas del mencionado se alzaron, y su cabeza se fue ladeando lentamente con una cínica y ladina sonrisita en sus labios mientras observaba a la mujer caer de rodillas, sollozando. —PPor favor, devuélvemelo. Por favor.
—Eunji... —Por favor...
—Si, Eunji. —habló Yoongi, con la voz de su niño sonando tranquila y seca, tan fría como su cuerpo.
—Paciencia. No mataré a JiMin, todos ustedes podrán seguir maltratándolo como siempre. —finalizó, comenzando a bajar las escaleras con paciencia.
El padre William llevó su mano hacia el diablo en el cuerpo del niño, pero éste último fue más rápido, y antes de que el mundano pudiese siquiera recitar algo, lo hizo volar hasta pegarlo contra la pared de manera brusca y dolorosa.
—No me digas qué hacer, viejo estúpido. —a pesar del insulto, continuaba sonando tranquilo.
—Tú, tu iglesia y tu Dios pueden besarme el culo. No éste, por supuesto. —aclara. —Éste sólo lo beso yo. —asiente lentamente antes de girarse a la familia Park, observando a su suegra arrodillarse ante sus pies, aún sollozando con fuerza.
—Por favor, déjalo ir. —ruega. —Déjalo ir...
—¡Está bien! —exclama, fingiendo animarse. —Pero dime "por favor" de nuevo. —claramente molestando.
Sonríe un poco al ver el enfado mezclado con miedo en la mirada de todos. —P-Por favor... te lo ruego Vale.
No es como si a Yoongi le agradase del todo, pero era la madre de su niño. A pesar de sus absurdas creencias, ésta le preparaba la mejor merienda cuando JiMin se sentía mal, lo llevaba a la cama, se acostaba con él cuando tenía pesadillas, le hacía fiestas sorpresa, lo iba a buscar a la escuela y siempre intentaba tratarlo con la mayor amabilidad.
Inhaló, mirando arriba unos segundos, pensando antes de exhalar profundamente y ponerse de cuclillas frente a la mujer. Llevó una mano al mentón de ésta, la cual alzó la mirada con terror y tristeza, y la vió fijamente por unos segundos. —Sólo haz lo que te digo, y todo irá bien. —dijo, y la mujer, aún sollozando, asintió.
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DWTD ; ©Yoonmin
FantasyEs 1967 y JiMin está harto de ser aquel chiquillo religioso el cual todos molestan. Ya cansado de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas. ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...