—¿Quiere un poco de té, señora Park?
La nombrada rió al oír el tono formal que usaba su pequeña hija para referirse a ella, y luego de asentir con una sonrisita, Park Hyunah simula servir té desde su Minniera de plástico a una pequeña taza rosada. El día era una obra de arte. No hacía frío, ni calor. Había un sol precioso, y ambas habían decidido poner un mantel sobre el césped del patio trasero y jugar a que se reunían a tomar el té. Jacky, la cuñada de Park Eunji, estaba allí también, pero un poco más lejos, observando cuidadosamente al niño de cinco años que no paraba de correr en círculos y reír a carcajadas.
—JiMin, cariño. —Jacky comenzó, queriendo que éste se detuviera un poco, y estaba a punto de advertirle que se quede fuera a la vista de las mayores, pero el niño de rizos se dirigió entre respiraciones agitadas hacia la casa. Eunji se puso de pie de inmediato y observó a su hija por el quejido que ésta dejó salir.
—Vuelvo rápido, cariño. Sólo traeré a tu hermano, mientras hazme otra taza de té, por favor. —fingió beberse todo lo de la taza y chillar por lo caliente que estaba.
Hyunah se echó a reír antes de quitarle la pequeña tasita a su madre y comenzar a preparar más té para ella y sus osos, los cuales le hacían compañía. Cuando Eunji entró a la casa, se encontró con JiMin corriendo en círculos alrededor del sofá, viendo detrás suyo de vez en cuando y chillando con emoción para luego estallar en carcajadas.
—¡No me atrapas, no me atrapas! —se burlaba de algo que no estaba allí. Eunji suspiró.
Su hijo de cinco años era un terremoto. El rizado volvió la vista al frente y detuvo aquella carrera, observando algo frente suyo y chillando con más emoción antes de dirigirse a la dirección contraria, subiéndose al sofá y poniéndose en posición fetal a la par que ocultaba su rostro con sus pequeñas manitos. Jacky, la cual estaba entrando a la casa, rió al ver a su sobrino de aquella manera y se le acercó.
—¿Qué le sucede al bebé? Corre muy rápido.
—JiMin, cielo. No corras así, por favor. —se acercó a su hijo y lo tomó en brazos con cuidado. Éste se ocultaba en el hombro de su madre.
—Te puedes caer y... ¿De quién te escondes, niño travieso? —su bebé soltó una risita antes de observar a su madre con una dulce sonrisa cuadrada y sus mejillas ruborizadas.
—De su amigo imaginario. —dijo Jacky sentándose en el sofá.
Eunji deja un beso en el rostro de su pequeño antes de soltarlo, y JiMin parece buscar algo con la mirada antes de que sus ojos se iluminen y comience a correr nuevamente. —Es tan alegre que me contagia.
—¡Mami! —su hija llamaba desde el patio, ya harta de esperar tanto tiempo.
—Estoy en camino, Hyunah. —observó a su niño. —Minnie, bebé. ¿Me prestas atención? —JiMin la observó tan sólo unos segundos antes de seguir corriendo y chillando.
Eunji nuevamente suspira. —Vé con Hyunah. —dijo su cuñada, tomando el diario que se encontraba en el sofá y acomodándose en éste para comenzar a leerlo.
—Yo me encargo.
—Jacky, no te sientas obligada a quedarte aquí. JiMin puede venir al patio. ¿Verdad, JiMin ? —el niño ni siquiera la oyó, ahora se escondía detrás del sofá, concentrado en no hacer ni un ruido.
—No me siento obligada, Eunji. Me gusta verlo jugar. —dice, y observa de reojo el diario, cambiando una página al no ver nada interesante. —Avísame si necesitas algo. —nuevamente su hija llama, y se dirige hacia el patio.
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DWTD ; ©Yoonmin
FantasyEs 1967 y JiMin está harto de ser aquel chiquillo religioso el cual todos molestan. Ya cansado de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas. ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...