XXIII

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Un suspiro. Un largo, profundo y entrecortado suspiro. No, no. Simplemente no podía. Su mente no regresaba, ni avanzaba. Se necesitaba más que un suspiro para afrontar lo que había sucedido, y ganas de vivir para afrontar lo que continuaría. Observó con su vista nublada –podrían ser sus lágrimas– sus manos ensangrentadas, temblorosas y lastimadas.

Alzó la vista y observó a unos metros aquella bolsa, nuevamente regresando la vista al frente. Se necesitaba querer estar bien para querer morir. Definitivamente no quería estar estar bien, porque no lo merecía. Merecía sufrir. Se puso de pie como si nada, sin sentir ningún tipo de dolor, sólo hormigueo y un vacío en su pecho, y se dió la vuelta, intentando no tropezar, cojeando y con su mano presionada en su costilla a pesar de que no sentía verdadero dolor.

El verdadero dolor ahora estaba en su alma. Y esperaba, realmente lo hacía, no estar vivo pasada la medianoche.

|| 12 horas antes de lo ocurrido. ||

El niño abrió sus ojos debido a su hermana sobre él, despertándolo sin ningún signo de gentileza, tan sólo un canto desafinado y molesto, pero lo hizo sonreír. —¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños olo-rooosooo, feliz cumpleaños a ti! —recibió un beso en su mejilla que lo hizo reír silenciosamente y ocultar su rostro en la almohada, fingiendo seguir dormido aunque claramente no era así.

—Oh, vamos. Debes despertar, tienes dieciocho. ¡Dieciocho! —le sacudió el hombro al gritar eso, provocando que riera.

—Mamá quiere que te levantes, no te salvarás de ir a la escuela sólo porque es tu cumpleaños.

JiMin asintió y esperó a que su hermana saliera de la habitación antes de suspirar, refregando sus ojitos con sus puños antes de sentarse lentamente, medio dormido. Parpadeó un par de veces y observó a su alrededor, buscando algo que claramente no habría. Yoongi. Un poco más angustiado, se quitó el rosario del cuello, con los nervios en su pancita.

Lo dejó en su mesa de noche y cerró los ojos, contando hasta diez para luego abrirlos. No, no era el rosario. Yoongi se había ido, y aunque era tiempo de aceptar que ya no volvería, dolía. Dolía porque él creía sus razones válidas, el sentía que lo que hizo fue por el bien de ambos. Tal vez alguien más podría haberlo hecho, pero dolía vivir con el miedo de no ser amado, y Yoongi prácticamente lo había rechazado cuando hablaban del tema.

"Soy el diablo". ¿Qué podría haber hecho luego de aquello? ¿Rodear su cuello, decirle que no importaba y nuevamente hacer el amor? JiMin sabía y estaba consciente de haber dicho innumerables veces que Yoongi podía hacer lo que quisiese con él, pero ya había pasado más de un año con él, ya no había contrato por su alma, era más serio que al principio. Aunque, aparentemente, nunca fue serio.

Tragó con fuerza el nudo de su garganta y decidió negar con la cabeza, dejando que todos aquellos pensamientos se evaporaran mientras se levantaba y caminaba en pijama hacia el baño. Sí, tomaría un baño, una ducha bien calentita. No había de qué preocuparse, estaría bien. Estaba arruinado. 

¿Por qué todo le recordaba a él? Bañarse le recordaba a él, principalmente a aquella vez en donde entró en pánico cuando iba a irse, y el diablo lo llevó a la bañera y lo abrazó contra su pecho.

Cuando se vistió frente al espejo, pudo visualizarse a sí mismo un año atrás, con los tirantes en sus shorts altos, medias por las rodillas y kickers, con su esposo detrás, diciéndole cuán bonito se veía, y la pureza que llevaba consigo. Nadie jamás iba a decirle algo tan bonito en su vida, y si así era, no quería que haya nadie más. No pudo evitar tapar su rostro y llorar silenciosamente.

 ¿Cómo haría para vivir sin Yoongi?

Éste era su ancla, lo mantenía firme, en pie luego de todas las cosas malas que hizo. Lo mantenía cuerdo, acompañado y feliz. Ahora estaba solo. Limpió su rostro, y nuevamente lavó su rostro antes de finalizar de vestirse, poniéndose un suéter gris sobre la camisa blanca y tomando su mochila antes de salir de su cuarto. Apenas subió las escaleras y abrió la puerta que lo llevaba a su sala de estar, su madre lo recibió con un abrazo cariñoso.

DWTD ; ©YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora