Capítulo 7

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Craig se abotonó el abrigo y se colocó un cálido gorro antes de agacharse para atarse las botas. Cerca de él, Kenny revoloteaba en el aire, observándolo con una curiosidad mal enmascarada, y Craig esperaba que la pregunta llegara pronto.

— ¿Adónde vas?

Se enderezó y miró al fantasma, todo vestido y listo para aventurarse en el frío. La nieve había caído durante la noche y cubría toda la ciudad con una gruesa capa blanca.

— A la tienda. Necesito comprar comida.

Cuando la cara de Kenny se iluminó con una extraña clase de regocijo, supo que debería haber mantenido la boca cerrada y haberse marchado en silencio. Sin embargo, eso habría sido difícil, viendo lo extremadamente curioso que era el fantasma. Hoy no había ninguna animosidad por parte de Kenny, ningún enfado, y tampoco le había gastado ninguna de sus traviesas bromas. Los eventos de ayer bien podrían ser olvidados, si él juzgara por el comportamiento normal de Kenny. Aunque esto último no podía llamarse normal en absoluto, pensó secamente y giró el pomo de la puerta.

Tal y como había temido, Kenny le siguió por detrás cuando cruzó el umbral de la puerta. No había mucho que pudiera hacer al respeto, en realidad. Kenny no era un fantasma ligado a un lugar, y aunque Craig no tuviera ningún problema en atarlo a ese apartamento, dudaba que eso hiciera algo más que poner a Kenny de peor humor. Así que metió las manos en los bolsillos (al igual que los hechizos) y salió del edificio con sentimientos encontrados.

Miró sutilmente a Kenny mientras caminaban (o más bien, él caminaba y Kenny flotaba. La gravedad no tenía mucha fuerza de atracción sobre los fantasmas) y se preguntaba si la expresión alegre era falsa o genuina. Ahora no había contradicción entre el ojo de Kenny y su cara, así que parecía real. El cielo sabía que Kenneth tenía más secretos que la mayoría de muertos que había conocido.

— Qué suerte tienes.

Craig enarcó una ceja cuando el fantasma acercó su rostro.

— ¿Y eso a qué viene?

Los ojos de Kenny siguieron el vaho mientras salía de sus labios, fascinado por algo tan mundano que Craig casi se ríe. El fantasma frunció los labios en un mohín infantil y entrecerró los ojos hacia él, como si percibiera la diversión Craig. Obviamente, no salía vaho de la boca del fantasma, ya que no respiraba. Su pecho subía y bajaba, imitando el movimiento de la respiración, pero no entraba aire en sus pulmones muertos. Era sólo forzar una costumbre que ya no tendría.

— Deberías alegrarte de no sentir este jodido frío.

Kenny se burló y cruzó los brazos sobre su delgado pecho y dio una pequeña vuelta en el aire en una muestra infantil de infelicidad. Pero, de nuevo, supuso que tampoco podía ser tan divertido ser un fantasma. No podían respirar, no dormían, ni comían, ni bebían y la mayoría de ellos apenas podían adoptar una forma física durante un par de segundos. Los fantasmas estaban atrapados en un mundo al que no pertenecían, flotando entre la vida y la muerte. Y Kenny parecía más atrapado que cualquiera de los que había conocido hasta ahora. Pero no había razón para que sacar a relucir la cuestión de incapacidad de Kenny para seguir adelante ahora y arriesgarse a pasar el trayecto a la tienda con un fantasma cabreado. A saber de qué otra manera podría torturarlo... Hasta ahora, había demostrado tener mucha imaginación.

Extrañamente, pero afortunadamente, Kenny permaneció en silencio durante los diez minutos que tardaron en llegar a la tienda.

¿Era significativo que el fantasma hubiera elegido seguirle fuera del apartamento? Era la primera vez, y Craig tenía motivos para ser precavido. Podía ser una estratagema para avergonzarlo públicamente o, peor aún, hacer que revelara su profesión al resto de ciudadanos normales.

Persiguiendo A Kenny (Crenny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora