Capítulo 6

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A la mañana siguiente, Craig se despertó bruscamente después de haber dormido noventa minutos demasiado cortos a causa del equipo de música, que ponía techno a un volumen tan alto que casi le rompe los tímpanos. En un estado mixto de confusión y somnolencia, rodó del sofá y se golpeó con fuerza contra el suelo. Se quedó sin aliento en los pulmones y sintió que sus oídos iban a sangrar en cualquier momento si tenía que seguir soportando más ese ruido del demonio. Maldijo y se arrastró hasta el equipo de música, lo apagó y se hundió en el suelo; agotado por otra larga noche sin dormir.

Un vistazo a su reloj le indicó que eran las seis y media de la mañana.

¡Maldita sea!

Si Kenny no lo hubiera despertado, habría podido descansar, al menos, otras tres horas, y esas tres horas eran muy necesarias si quería seguir siendo mentalmente funcional hoy. Sus ojos se sentían secos e incómodos cuando terminó de frotar la somnolencia de ellos, y la lengua en su boca bien podría haber sido una gran bola de algodón de lo grande que lo pesada que la sentía.

¿Dónde estaba Kenny? Obviamente el culpable era el fantasma. No había visto a ese bicho desde que el susodicho desapareció la noche anterior, después de esa ronda de preguntas en la cocina, y ahora no lo veía por ninguna parte.

Craig respiró hondo y calmado y se levantó del suelo. Era inútil dar vueltas, y su cuerpo privado de sueño ansiaba cafeína como parte de su rutina matutina. Por suerte, Kenny bebía café mientras estuvo vivo, y su cafetera era una bendición. Los pantalones y la camiseta del pijama le quedaban algo estrechos, y su pelo era un desastre. Hizo una mueca cuando trató de pasar una mano por él y sólo encontrarlo lleno de enredos que serían dolorosos de cepillar.

Su mochila seguía intacta junto al sofá, así que, por lo menos, a Kenny no se le había ocurrido cotillear en ella y toquetear sus cosas. A saber qué trucos se le podría haber ocurrido para poder vengarse por lo de la otra noche...

Bostezó y se rascó la barriga distraídamente al entrar en la cocina. Afuera estaba oscuro, todavía faltaban algunas horas para que se hiciese de día. Después de prepararse un poco de café, se conformó con beberlo lentamente mientras miraba la pared con una expresión vacía. El café le sirvió para despejar su confusa cabeza y permitirle pensar en las cosas que necesitaba meditar, entre ellas, las respuestas que había obtenido anoche.

Todo había sido anotado rápidamente en su cuaderno de notas después de que Kenny se marchara, y lo que le había mantenido despierto toda la noche había sido el tratar de encontrar una manera de reunir la información. No es que esperara dormir mucho, su insomnio estaba haciendo de la suyas. Menos mal que estaba durmiendo ahí, porque Heidi, el fantasma de su casa, se habría enfadado si hubiera sabido lo poco que había dormido en la última semana. Podía imaginársela dando otro de sus sermones sobre cómo nunca conseguía cuidarse adecuadamente, cómo nunca comía de manera sana y equilibrada, etc. Si no fuera por sus buenas intenciones, probablemente ya la habría exorcizado.

Atravesó la cocina de nuevo hasta el salón y se sentó en el sofá. El cuaderno de notas estaba sobre la mesa, y cayó abierto en la página más reciente cuando lo cogió y lo colocó en su regazo.

Las letras pequeñas, casi femeninas, le molestaban, como siempre, pero a nadie le gustaba su propia letra. Se quedó mirando las palabras y las líneas dibujadas entre ellas, acompañadas de signos de interrogación y conjeturas sobre la identidad y la causa de la muerte de Kenny. Hasta ahora le faltaban demasiadas piezas para armar todo el rompecabezas, pero lo que sabía le decía algo sobre el fantasma.

Kenny había sido asesinado por el hombre con el que se acostaba, y a juzgar por el retraimiento silencioso y los arrebatos de ira que había visto desplegar al fantasma la noche anterior, estaba casi seguro de que Kenneth había estado enamorado de su asesino. Y si eso era cierto, también era posible que hubiera sido dominado y manipulado por alguien que sabía exactamente cómo jugar con él. Por supuesto, Kenny no era una persona inocentona, pero estaba claro que la situación le había jodido mucho. Tal vez el asesino era mayor que él y, por lo tanto, más astuto. O tal vez Kenny lo había seducido.

Persiguiendo A Kenny (Crenny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora