Persiguiendo A Kenny (Crenny)

Capítulo 12

— Craig, llegas justo a tiempo. Vamos, tienes que ver esto. — Clyde le hizo señas para que se acercara al sofá e insistió en que se dejara los zapatos puestos.

Red ya estaba allí, ocupando el extremo más alejado del sofá, con una pierna cruzada sobre la otra y la barbilla apoyada en la palma de la mano mientras miraba las noticias en la televisión. Los titulares eran grandes y llamativos y pedían atención, aunque, cuando se unió a sus compañeros y los leyó, pudo entender por qué. Humo y fuego se elevaban del edificio en ruinas que había detrás del reportero en la pantalla, y el lugar le resultaba vagamente familiar, pero no podía precisar exactamente dónde estaba. Clyde cogió el mando a distancia y subió el volumen.

— "Aún se desconoce por qué se derrumbó el edificio, pero la policía ha comentado que es probable que el motivo fueran unas bombas. Por ahora no hay sospechosos ni víctimas conocidas del incendio. Las llamas son también anormalmente fuertes, y ni siquiera los bomberos parecen capaces de sofocarlas. La zona cercana ha sido evacuada hasta que el fuego esté controlado, aunque no parece extenderse mucho a pesar de su intensidad..."

Clyde silenció el televisor.

— Es difícil reconocer el edificio ahora, pero Stan y tú estuvisteis allí el otro día para sellar el lugar.

— Sí. — frunció el ceño. — Nos aseguramos de poner protecciones más que suficientes para calmar la energía colectiva. ¿Cómo puede haber explotado? No tiene sentido.

— Más fantasmas deben de haber buscado refugio allí. — Red se encogió de hombros y cogió su taza de café con indiferencia, como si no importara.

Para ella realmente no importaba, supuso, ya que sólo estaba contenta de librarse de más fantasmas.

— El cuartel general tiene gente allí ahora, disfrazada de policía, para averiguar si hubo una nova implicada.

— Estoy seguro de que sí. — dijo Clyde, negando con la cabeza. — Es la única forma de que un lugar protegido explote así. Y con esta es la ¿séptima de esta semana? — los miró a ambos, y Red se alegró de corregirlo.

— Es la octava. Tucker se encontró con la séptima esta mañana. Tu móvil estaba apagado, así que supongo que no recibiste mi mensaje.

Si eso era un intento de hacer que Clyde se sintiera culpable, tuvo poco o ningún efecto.

— Estaba durmiendo. Bebe me habría matado si hubiera dejado el teléfono encendido. — contestó mientras hacía un gesto vago con la mano.

Sus dedos seguían tanteando la gran tirita de su mejilla derecha. La anterior nova a la que se había enfrentado le había propinado una descarga de energía justo en la cara cuando intentó sellarla, lo que le había provocado un severo hematoma y un corte en la mejilla. Clyde se sirvió una taza de café y la acercó a la mesa del salón, bebió un sorbo y suspiro con pesadez.

— Las cosas se nos están yendo de las manos. Todos los rangos inferiores están ocupados lidiando con posibles novas, y tenemos una ciudad entera para buscar a un tipo malo. Las probabilidades van en nuestra contra, señores.

— En realidad, Tucker tiene buenas noticias.

— ¿Oh? Habla, Craig.

Sólo Red podía llamar buenas noticias a algo relacionado con la muerte sin estar bromeando, pensó.

— Nuestro culpable es el mismo hombre que asesinó a mi caso actual, Kenneth McCormick. Ambos sufren de hechizos de silencio lanzados por la misma persona.

— Sí, vino muy temprano a comprobarlo. — refunfuñó Red con descontento y miró su café. — Pero al menos eso reduce un poco la lista de sospechosos.