Capítulo 15

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— Necesitamos refuerzos. Lo digo en serio, Red. Esto se nos ha ido de las manos. — Stanley se cruzó de brazos. Su mandíbula estaba firme. — ¿Cómo no puedes estar de acuerdo conmigo?

Red se levantó de la silla y empezó a camina inquieta de un lado a otro, con una palma de la mano apoyada en la frente para aliviar la migraña que sufría. Tenía la boca apretada, tensa por varias razones, pero la más importante era la discusión que estaban manteniendo. Se detuvo, levantó las manos y resopló.

— Estoy de acuerdo. Esa no es la cuestión, Marsh. Lo importante aquí es que no podemos irrumpir. No importa si tenemos, digamos, veinte de los nuestros respaldándonos. Tenemos que tomarnos el tiempo para averiguar su nombre. Si sabemos su nombre, dónde vive, quién es, todo lo que necesitamos para seguirle y pillarle desprevenido en la mejor oportunidad que tengamos.

— ¡Pero ya has oído a Craig! ¡No queda mucho tiempo! Sin el cuerpo del chico, ¡ese malhechor no puede hacer nada!

Una sombra de duda cruzó sus facciones, pero Stan estaba demasiado alterado para notarlo. Se pellizcó el puente de la nariz, suspirando, y volvió la cabeza en dirección a Craig.

— ¿Qué opinas? No has dicho una palabra desde que llegaste, Tucker.

— Estoy de acuerdo contigo.

A su lado Stan dejó escapar un indignado sonido de protesta.

— ¿Cómo puedes decir eso? ¡No me lo puedo creer! Si Clyde estuviera aquí, estaría de mi parte. Y lo sabes. ¿Qué sentido tiene arriesgarse a que ocurra algo tan peligroso? Si no hay cuerpo, ¡no hay resurrección, joder! — buscó su café para calmarse.

— Dos a uno, Marsh. Se queda dentro de nuestro grupo por ahora. Bárbara está trabajando en encontrar un nombre con la nueva información. — su tono de voz era definitivo.

Craig se quedó mirando su propio café, incómodo con toda la situación. Obviamente, Red no tenía ni la menor idea de por qué había estado de acuerdo con ella. Y si la tenía, entonces había llegado a la conclusión equivocada. Tragó saliva, pero su corazón parecía atascado a medio camino de su garganta sin importar cuántas veces lo hiciera. Si irrumpían en el laboratorio del sótano de la universidad se arriesgaban a romper el hechizo que impedía que el cuerpo de Kenny se pudriera. Podían estar presentes diez expertos exorcistas, pero sólo eran humanos, y ninguno de ellos se había enfrentado a un caso así antes en su carrera... ¿Y si salía mal? ¿Y si les descubrían en pleno traslado y su concentración flaqueaba? Frunció el ceño, vio que su reflejo en el café imitaba la expresión. Lo que decía Stan era cierto; si no había cuerpo, no habría ejecución de un plan. Todos los esfuerzos del asesino se irían al traste.

Y con ella, la última "esperanza" de Kenny se desvanecería.

No, no podía permitirlo. No todavía...

— Necesito más café. — refunfuñó Stan. — ¿Alguien más quiere?

Declinaron y le observaron dirigirse a la cocina. Su postura daba la impresión de que llevaba algo pesado sobre los hombros.

— ¿Estás bien, Tucker?

La preocupación de Red fue inesperada.

— Eh, sí, estoy bien. Cansado, eso es todo. Todos los estamos. — cierto, pero dudaba que alguno de los demás hubiera dormido tanto como él. Se frotó las manos, tratando de calentarlas un poco sin éxito, y evitó cualquier contacto visual. — ¿Cómo está Clyde?

La forma en que ella entrecerró los ojos le dijo que no estaba contenta con el cambio de tema, pero que le permitiría escabullirse sólo por esta vez. Ella recuperó su asiento y se encogió de hombros.

Persiguiendo A Kenny (Crenny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora