Capítulo 6

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Aquel beso fue maravilloso, dulce, sorpresivo, inolvidable, como si besarse fuese algo natural entre ellas, como si sus bocas hubieran sido creadas para unirse y provocar sensaciones insospechadas. Sus labios aun vibraban mientras sus ojos se miraban intensamente en una búsqueda, casi desesperada, por entender qué estaba ocurriendo entre ambas. La ojiverde tenía sus mejillas sonrojadas por la duda y la vergüenza de su arrebato pasional y la pelinegra intentaba controlar la sonrisa que nacía en su rostro ante el fascinante premio de besar a la novia fugitiva.

- Lo siento Anilla – se disculpó la castaña – No sé por qué lo hice ni en qué estaba pensando. No quise ofenderte, perdón. No quiero perder tu amistad o que pienses que estoy loca que va besando mujeres por ahí – su mirada había huido la de Ana, sus palabras eran nerviosas y el galope desbocado de su corazón no le ayudaba a articular correctamente – Nunca hice algo como esto, nunca.

- Mírame, por favor – pidió con dulzura y sus ojos se encontraron nuevamente – no pasa nada – sonrió ligeramente – Entiendo perfectamente que fue un impulso, jamás me ofendería porque una chica tan hermosa como tú me regale un beso – hablaba pausadamente con la idea de quitar peso y remordimiento de los hombros de Verónica. Ella misma había estado en esa posición de duda y confusión y sabía lo difícil que puede llegar a ser.

- ¿De dónde saliste tú? ¿Por qué siento que me conoces de toda la vida? ¿Por qué me miras como si pudieras leerme? – preguntó y esta vez fue la morena quien se sonrojó ante la íntima confesión que acababa de escuchar.

- No sé, pero me encanta poder hacerlo. Es nuevo para mí y me sorprende porque tengo pocas personas cercanas, pero eres especial, distinta en todos los sentidos – respondió con una sonrisa y mucha franqueza. Lo que menos deseaba era utilizar una excusa barata o poco creíble, amaba la idea de sentir que estaban conectadas y de que su vínculo iba más allá.

- ¿Me prometes que no estás enojada ni molesta conmigo? – necesitaba asegurarse que no la perdería pues, por algún extraño motivo, necesitaba tenerla cerca y los latidos desesperados de su corazón eran prueba de ello. La morena asintió y la ojiverde dibujó una sonrisa de alivio en sus labios.

- Por supuesto que no Vero, pero hay algo que debes saber sobre mí y quiero ser yo quien te lo cuente... – respondió la pelinegra. Deseaba confesarle su orientación sexual para evitar malentendidos futuros, pero fue interrumpida por el sonido del teléfono en casa de la ojiverde que se disculpó para ir a atender pensando que se trataba de sus padres.

- Hola Yolanda, ¿Cómo estás? – se escuchó la voz de Verónica al responder y la morena no pudo evitar el hueco que se formó en su corazón. Decidió que era un buen momento para irse. Salió con rapidez y se dirigió hasta su coche donde suspiró profunda y pesadamente para calmarse.

Rememoro el beso que habían compartido minutos atrás y supo que estaba perdida, que ya la ojiverde era parte de su alma y que no tenía escapatoria. El amor había llegado de improviso y no podía luchar contra eso.

Verónica intentó cortar la llamada de su ex prometida lo más rápido que pudo, pero cuando regresó a la puerta era muy tarde y la morena ya no estaba, se había ido sin despedirse lo que causó en ella una sensación de vacío inexplicada.

Se dejo caer lentamente al piso y no pudo evitar sentirse ahogada por sus propias lágrimas. Aquel beso la había descolocado y acrecentado todos los sentimientos que anidaron en su pecho desde el primer instante en que sus ojos se cruzaron con los de Ana en la boda.

La confusión, el miedo, las dudas aparecían en su cabeza y empezaban a martillar. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué la besó? ¿Por qué sentía que era el mejor beso de toda su vida? Conocía todas las respuestas, pero no deseaba aceptarlas. La verdad era muy fuerte y no estaba lista para enfrentarla.

Imagine Me And You (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora