Capítulo 9

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Yolanda tenía la firme intención de lograr una nueva oportunidad con Vero, durante su viaje lo había analizado mucho y se dio cuenta que gran parte de la magia se perdió por descuido, por prestar más atención a otras cosas y no a la pareja, porque se quedaron en la zona de confort de una relación perfecta ante los ojos del mundo y no se ocuparon de hacerla crecer.

Decidió que llevarla a cenar al mismo restaurante en el que oficializaron su noviazgo sería una buena idea, hacer que recordara la génesis de su vínculo y el por qué la había elegido a ella como su compañera de vida. Se comporto tan linda y gentil como siempre, la hizo reír, le contó de su viaje y le entregó algunos presentes para ella y su familia y resaltó, en todo momento, lo hermosa que se veía con aquel sencillo vestido rosa.

La invitó a caminar un rato y fueron a dar al mismo lugar donde ella le pidió matrimonio en compañía de toda la familia, todo formaba parte de su estrategia para sensibilizarla y tocar fibras profundas. Ese parque fue testigo de la decisión más importante de sus vidas y Yolanda apostaba a que la castaña entendiera el mensaje, que comprendiera que estaban hechos la una para la otra, al menos eso creía la joven.

En la ojiverde los sentimientos eran completamente distinto, rememorar todo aquello solo le mostraba que la magia entre las dos pasó o nunca existió, que fue parte de una ilusión, y que la manera en que se sentía con Ana era un nivel superior. La química entre ambas, su capacidad de hacerla sentir especial a cada instante, todo era diferente. Ni siquiera las flores que le regaló, al inicio de la velada, le parecieron tan hermosas como las de la morena, su corazón no latió desesperado y las mariposas en su estómago no aletearon como cuando sus ojos conectan con los marrones de la pelinegra.

- Fue divertido – dijo la joven en referencia a la cena que habían compartido en el restaurante - ¿No te parece? – buscó su rostro para ver su reacción mientras caminaban – La pasé muy bien, como siempre que estoy contigo – la ojiverde permaneció en silencio - ¿Recuerdas este lugar? – preguntó la joven – Aquí es donde nos comprometimos, tu familia se escondió detrás de ese arbusto y yo me puse justo allí de rodillas para entregarte el anillo.

- Por supuesto que lo recuerdo Yolanda – finalmente hablaba – fue uno de los días más felices de mi vida – la joven sonreía esperanzado al ver la sonrisa en el rostro de la castaña.

- Vero sé que he cometido muchos errores – dijo tomando una de sus manos – Pero estoy dispuesta a enmendarlos, a demostrarte que puedo cambiar y que no hay nada más importante para mi que tú y nuestra felicidad – la miraba fijamente a los ojos intentando que viera la honestidad con que hablaba.

- Yolanda necesito que lo entiendas – respiró profundamente – esto no es culpa de nadie y mucho menos tuya. Las cosas pasaron y no nos dimos cuenta, nuestra vida de pareja se esfumo en nuestras narices – hablaba con calma y dolor en sus palabras pues sabía el daño que causaba en ella – Echarte la culpa no soluciona nada, solo me hace sentir peor de lo que ya estoy – una lágrima rodo por su mejilla – Te juro que nunca quise dañarte, eres muy importante para mí. Mi mejor amiga, la persona en quien más confío.

- Por eso mismo Verónica – la joven se acercó colocando las manos sobre sus mejillas – Tú me quieres, lo veo en tus ojos, y eso es lo que importa. El amor puede con todo, si es necesario buscaremos ayuda profesional. No llores, no soporto verte así – puso sus labios sobre los de ella en un beso con sabor a sal por las lágrimas derramadas por la ojiverde que no respondió a aquel intento desesperado por hacerla entrar en razón.

- Lo siento – dijo cortando el beso y bajando su rostro compungido – no funciona de esa forma Yolanda. Créeme que si pudiera haber evitado todo esto lo hubiera hecho, pero no. Las dudas son más grande que el amor y eso no alcanza para construir una pareja, para estar juntas toda la vida – secó sus lágrimas y sorbió su nariz – Espero que algún día puedas perdonarme y no sé, tal vez, podamos ser amigas como antes – sus labios temblaban ligeramente.

- Dime la verdad Verónica – suplicó mirándola a los ojos - ¿Qué hice mal? Yo lo puedo arreglar, solo dame una oportunidad. Una... y te juro que te haré la mujer más feliz de este mundo.

- No lo dudo porque eres una persona muy especial, pero esto no tiene que ver contigo. Esto me está pasando a mi – confesó – esta confusión es mía y de nadie más. Fui yo que no pudo más, fui yo quien falló – la joven se quedó estupefacta ante aquellas palabras, no supo que decir y la vio alejarse rápidamente camino al coche. De regreso al departamento de Verónica, el silencio fue el gran protagonista. Ninguno dijo nada más, la mirada ojiverde se había perdido contemplado las luces de la noche y la chica se limito a conducir y lidiar con el nudo de su garganta, con el dolor del amor perdido.

Pasaron varios días desde aquel encuentro, periodo en el que Ana y Verónica no tuvieron contacto alguno. Ni una ni la otra se atrevía a dar el primer paso. Solo convivían con sus miedos, con sus dudas, con la tristeza que generaba en ellas saberse tan lejos cuando se necesitaban tan cerca.

La pelinegra trataba de entenderla e imaginaba que la cena con su ex prometida había logrado reconectarlos de alguna manera. Así que se resignó a que aquel amor que latía en su pecho no tendría lugar, sería un bello recuerdo que guardaría para siempre.

Sonreía con extrema dulzura cuando la ojiverde asaltaba su memoria y recordaba aquellos dos besos que la hicieron tocar el cielo con las manos. Intentaba distraerse con trabajo o saliendo con Tatiana, pero no funcionaba del todo y dolían mucho las punzadas en su pecho cuando los celos llegaban a su mente e imaginaba a la castaña regresando con su ex.

Para Verónica esos días fueron un infierno, la culpa martillaba su conciencia y hacía arder su alma en tristeza. Les estaba haciendo daño a las dos personas que amaba, cada uno a su manera. A una porque no podía corresponder la intensidad de sus sentimientos y a la otra porque no era lo suficientemente valiente para confesarle lo que sentía por ella y gritarlo al mundo. Su incapacidad de asumir lo que pasaba dentro era superior, reconocer que Ana era su alma gemela representaba un cambio demasiado grande para su entorno, para su estilo de vida, para su familia, para Yolanda. No estaba lista y lo sabía en sus adentros.

Imagine Me And You (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora