Capítulo 1

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Perdida en medio del bosque y con la luz de la luna llena que guiaba el poco camino que podía vislumbrar corría tratando de escapar de un ser maligno el cual no había visto pero su energía me llenaba de terror.

Miraba hacia atrás constantemente para ver a que distancia se encontraba aquella criatura y pronto descubrí que estaba a menos de diez metros de distancia.

Fue petrificante verlo: De silueta grande y lánguida casi sin pelo, su piel gris estaba pegada a sus huesos dando una apariencia mortífera, brazos y piernas eran como dos palos los cuales se daban modos para atraparme con desesperación. Lo más petrificante era su cara la cual tenía como ojos dos huecos negros profundos, en vez de nariz tenía dos orificios pegados al rostro que se agrandaban cuando aspiraba mi olor y de su boca llena de saliva salían grandes alaridos guturales que amenazaban con destrozarme a pedazos si lograba alcanzarme.

Con la mirada pegaba al camino, el corazón en la boca y los pulmones a tope sabía que estaba a punto de atraparme...

El laberinto de árboles y troncos secos en el suelo me desorientó en gran parte, mis brazos y piernas eran flagelados por los arbustos espinosos y una que otra rama suelta que se me atravesaba en el camino.

Sin prevenir el fin del camino caí colina abajo, lanzando un grito ahogado de desesperación y sin tiempo a reaccionar rodé como una roca al abismo, sin control. Sentía que como por encima de la ropa se me flagelaba la piel al contacto de la tierra y piedrecillas, era como una muñeca de trapo no había lugar donde sujetarme, estaba empezando a desesperarme y cuando acabé de rodar terminé detrás de unos arbustos bastante aturdida.

Aturdida por el golpe final trate de ponerme de pie, pero un dolor intenso en mi tobillo derecho lo impidió se me había dislocado el hueso un alarido de dolor silencioso salió de mi boca para no darle la ubicación a ese ser maligno, trate de tomar bocanadas de aire, pero un sabor intenso a sangre y tierra me lo impedía. Cuando quise respirar con desespero un par de gruñidos guturales me paralizo e hizo que me quedara en ese escondite tratando de aguantar la respiración.

Solo quería salir de aquel siniestro lugar...

Espere en silencio hasta que desapareciera entre las espesuras del bosque, pero no, seguía merodeando el lugar olfateando con hambre, un hambre que solo pocos demonios como él pueden experimentar.

Al pasar unos minutos sus pasos se oían lejanos tal vez se olvidó de mí y vio a otra presa más fácil. La adrenalina que sentía en ese momento me hizo olvidar por un instante de la lesión en el tobillo y mirando sobre el arbusto hacia todos lados espere ver su aparición, pero todo estaba despejado no había rastro de la bestia.

Espere un momento para recobrar el aliento y salir del escondite como un ratón.

Sigilosamente empecé a caminar cojeando mirando al suelo para no pisar alguna ramita chillona que delate mi ubicación y a todos lados por si se le ocurriera venir.

A pocos metros de mi escondite creí sentirme un a salvo por haberlo perdido de vista, creí que se había olvidado de mí, pero todo era un error y sin darme oportunidad a escapar pude sentir su respiración en mi espalda...

Desperté casi con un grito ahogado, llena de sudor y desorientada miraba muy atemorizada a todos lados para saber en dónde me encontraba, al entrar en razón, me di cuenta de que estaba en mi habitación.

Hélu mi gatita siempre dormía sobre mi pecho, pero al ver tal reacción de un brinco estaba en la parte inferior de la cama observando muy curiosa como diciendo ¿Qué te pasa, loca?

¡Joder otra puta pesadilla que me da en esta semana! Dije para mis adentros. Todo el cuerpo me temblaba y mientras trataba de limpiar el sudor de mi frente Helú vino hacia mí a darme mimos para tranquilizarme, ella sabía que mis terrores nocturnos ya eran cada vez más frecuentes, la abracé y con sus ronroneos logré disipar ese horrible sueño.

La identidad de ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora