CAPÍTULO 8

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Te extrañe...

Antonella

-Yo fui quien lo entrenó -espeta Gauna furioso frente al comentario realizado por un joven cadete.

Me arden los ojos y estoy realmente agotada, la condición de Christopher parece no mejorar y se que es fuerte pero me duele pensar en que puedo perderlo a tan solo unos cuantos meses que volví a encontrarlo. Durante este tiempo en Londres le ayude al imbécil para que mi hermana poco a poco dejará de lado a Bratt y su papel de hija ejemplar y perfecta, Chris a hecho la mayor parte del trabajo, hemos pasado horas planeando estrategias, en misiones y alguna que otra salida clandestina, se puede decir que durante estos meses nuestro vínculo se fortaleció aún más, por ello, no quiero perderlo, simplemente me niego a aceptar que el imbécil no pueda contra esto.

-James -escucho mi nombre y salgo de mi trance, limpio una pequeña lágrima que resbaló por accidente por mi mejilla y miró al frente.

-A mi oficina, ¡ahora! -demanda el nuevo General de la central de Londres.

Se retira mientras observo cómo los soldados empiezan a romper filas y algunos de ellos murmuran a mis espaldas, no solo por la demanda del general. Gracias al imbécil de Christopher y sus idioteces ahora tengo a toda la central metida en mi vida personal y murmurando acerca de una supuesta infidelidad de mi parte al capitán Parker, con el Coronel Christopher Morgan. Cansada de toda esta situación me dispongo a caminar hacia la oficina de Gauna.

-¿Ahora que hiciste? -habla mientras me sigue el ritmo.

-No estoy de ánimo.

-Anto, él se recuperara -afirma como si en verdad adivinara el futuro -puedes parar, por favor.

-No puedes asegurar eso, nadie puede hacerlo -me detengo en seco para enfrentarlo -Todos me dicen que él estará bien, todos quieren que actúe como si confiara en el puto destino o alguna mierda similar -no controlo el tono de mi voz ni mucho menos las lagrimas que empiezan a brotar por mis mejillas. -No confío en esa mierda y estoy cansada de que todos esperen que actúe como si fuera una puta roca sin sentimientos y solo muestre fortaleza. ¡No puedo maldita sea! , es la única persona que siempre ha estado para mi, que me apoyo, entendió y nunca me juzgo. Así que todos vayanse a la mierda porque no espero que entiendan lo que realmente se siente que la única persona que amas esté luchando por su vida mientras tú tienes que fingir que no te importa.

Dominick me mira con una mezcla de horror y tristeza, justo en ese momento analizo que mis palabras no fueron las más apropiadas y que lo lastimé tratando de aliviar mi estrés y dolor.

-Dominick, yo..

-James -escucho a mi espalda.

Al girar, observó a Gauna con un gesto no muy amigable e indicando el camino por el cual debo seguir.

En el camino a su oficina decido limpiar las lágrimas derramadas con anterioridad, me da un poco de vergüenza que el nuevo General me vea así pero simplemente no podía seguir conteniendo todo lo que sentía. Cuando entramos en su oficina el silencio predomina me dispongo a sentarme en la silla frente a su escritorio mientras escucho como él cierra la puerta y la asegura.

-Sabes que conmigo no debes fingir ser fuerte. -habla mientras se acomoda al borde del escritorio cruzando sus brazos.

No resisto más y me lanzo a sus brazos para que él me rodee con ellos mientras yo sollozo en su pecho. Gauna no solo entreno a Christopher también me entreno a mi, conoce toda mi historia, las razones por las que huí de casa, al igual que las razones por las que huí de Washington, nunca me ha juzgado, comparado o cuestionado, por ello, me alegro de que esté acá, simplemente lo necesitaba.

Señor Ministro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora