CAPÍTULO 12

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Indecisión y deseo

Alex

Salgo de la ducha de mi habitación de hotel para empezar a vestirme hoy regreso a Londres, solo pasaré por el hospital para ver a Christopher y su doctor. No podré volver por lo menos dentro de un mes, hay algunas cosas de las que debo encargarme.

Optó por un traje gris sin corbata, el viaje a Londres será largo y quiero estar cómodo.

No desayuno ya que lo haré más tarde con Regina, ella se quedara con Christopher un par de semanas más para que el idiota no se mate en su esfuerzo de acelerar su recuperación.

Bajo en el ascensor mientras recibo algunas notificaciones de trabajo que me recuerdan que debo volver cuanto antes a mi puesto en Londres.

Make, mi hombre de confianza, me recibe en la camioneta que me llevara al hospital. Sara me manda un mensaje informándome que ella se quedará solo un par de días más ya que Christopher no se interesa mucho en su presencia, Sara llegó una noche después de que me acostara con Antonella a quien no he visto desde aquella noche.

Cuando me desperté a la mañana siguiente de hacerla mía no la vi por ninguna parte, mi último recuerdo de ella es verla caer exhausta en la cama salí de ella y la acomode para que no se lastimara, me iba a ir, lo juro, no me gusta esa mierda de dormir luego de tener sexo pero por alguna extraña razón 5lo hice a decir verdad creo que estaba demasiado cansado para conducir hasta mi hotel.

Make me saca de mis pensamientos los cuales recuerdan cada maldito momento de mi noche con Antonella, me informa que llegamos al hospital y que él se encargará de preparar el jet para cuando yo desee partir, asiento con aprobación antes de entrar en el hospital.

El ambiente en el piso de la habitación de Christopher se siente extrañamente calmado lo cual cambia en cuanto entró en la habitación de mi hijo y mi mirada choca con unos hermosos zafiros color azul que conozco muy bien.

—Antonella...

—Señor.

La habitación es silenciosa solo estamos los dos, ni siquiera Christopher. ¿Christopher?. Mierda.

—¿Dónde está mi hijo? —pregunto un poco nervioso y se podría decir que asustado.

—Le están realizando algunos estudios para ver su avance. Regina está con él.

Asiento sin poder dejar de mirarla me ha estado evadiendo toda la puta semana.

—Pensé que ya no estabas en la ciudad. —Trato de romper la barrera de hielo que ella construyó entre nosotros.

—Mi vuelo sale en un par de horas, solo vine a despedirme.

—Seguro.

—Alex...

—Antonella...

Ambos hablamos al tiempo sin poder evitarlo.

Una pequeña sonrisa se me escapa al notar su nerviosismo, me encanta verla de este modo. Ella me mira de mala gana y mi sonrisa aumenta.

—Imbécil —dice por lo bajo.

—¿Disculpa?

—Imbécil —responde con claridad.

Como puede ser que me siga llamando imbécil después de lo que pasó.

Me acerco a ella y acorralo su cuerpo contra el borde de la cama. Noto que su respiración se descontrola con mi cercanía y se pone aún más nerviosa.

—Creí que la lección de respetar a sus superiores había quedado clara, teniente.

—Creo que harán falta un par de lecciones más para entenderlo correctamente, ministro. —su respuesta me sorprende y pone mi imaginación a volar.

Señor Ministro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora