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NATHANIEL

Me levanto esta mañana sobresaltado, poco antes de que suene el despertador. Tengo la sensación de haber sido asediado por una pesadilla durante el estado de sueño, pero no recuerdo si ha sucedido o no. Sacudo la cabeza intentando liberarme de la sensación de angustia que se acumula a mi alrededor. La habitación está a oscuras, todavía no han dado las seis. Normalmente, me despierto sobre las seis y media, para tener tiempo de desayunar y ducharme. Podría intentar dormir un poco más, pero sé que no voy a poder.

Me dirijo a la cocina para calentar un poco de agua para una tila. Me gusta más el café por las mañanas, pero hoy, a pesar de que estoy cansado por el pobre sueño que he tenido, no podría soportar una bebida estimulante. Al salir para ir al baño, atisbo de reojo un trozo de papel en el suelo al lado de la puerta. La mala sensación que me ha despertado me sobreviene de nuevo. La mañana se presenta rara. Me acerco con una lentitud dramática, sin hacer ruido porque solo llevo los calcetines. Al agacharme para recoger la nota, la madera del suelo cruje y me asusto.

La reina Raven requiere tu presencia. Se te hará saber cómo llegar hasta ella.

La corta nota está escrita con tinta en una letra elaborada, sobre un papel muy bueno, de color amarillento. No entiendo en absoluto qué quiere decir lo que reza. Intento buscar una explicación plausible para que esto haya llegado hasta mi puerta. Vivo en un barrio extraño y puede que, al haber quitado las letras de mi puerta que indican mi dirección exacta, alguien se haya confundido y esto no esté dirigido a mí.

Sea como sea, no sé qué hacer con esto. La agito en mi mano, inquieto. Maldita sea, pienso, ¿cómo se me ocurre quitar el número y la letra de mi piso para pintarlos y no ponerlos de inmediato en su sitio? A veces, tengo la sensación de no ser consciente del lugar en el que vivo.

Mientras los pensamientos me asaltan uno detrás de otro, el sonido de la tetera en la cocina me devuelve al mundo real. Me preparo el desayuno y me meto en la ducha. He conseguido calmarme un poco bajo el agua caliente. Escojo unos pantalones y un chaleco de punto a juego de color marrón para combinarlo con una de mis camisas favoritas, con la manga ancha, por el codo.

Salgo de casa con música en los auriculares, con el cuerpo todavía tenso y la tripa revuelta.

SKYE

Camino con paso apresurado por los pasillos de mi complejo. El ruido de los tacones se ve amortiguado por la moqueta, pero la capa rompe el silencio en pedazos al arrastrarse por el suelo. Sé que Laura viene detrás de mí, siguiéndome el paso como puede. Cuando llego a la sala, empujo las puertas con ira desmedida que no puedo contener dentro de mí. Causo un gran estruendo y los hombres dentro se sobresaltan.

—¿Cómo te atreves? —grito mientras me acerco a mi próxima víctima. —¿Cómo osas desafiarme? ¡A mí, a tu reina!

El hombre maniatado agacha la cabeza. No sé discernir si por arrepentimiento o por miedo. En cualquier caso no me mira a los ojos. Hasta yo misma sé que refulgen cargados de castigo. Veo de reojo que el resto de miembros en la sala apartan la mirada de la escena. Laura, Michael y algunos otros. No se atreven a ver ese brillo tan aterrador en alguien que sé que admiran.

—Yo no soy una salvadora, pero te saqué de la miseria. —mi tono se ha reducido a un gélido rasguño, aunque no deja de ser imponente ni de reflejar mis sentimientos. —Yo fui quien te ayudó, te di un hogar y un propósito por el que luchar. ¿Me lo devuelves colaborando con el enemigo? ¿Me agradeces lo mucho que he hecho por ti vendiendo mis armas y mis terrenos a la mafia local?

Proyecto MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora