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NATHANIEL

Me dirijo al trabajo un poco desorientado. No sé qué me espera o si voy a ser secuestrado otra vez. No creo que pueda volver a salir a la calle sin la necesidad de mirar por encima de mi hombro para ver si alguien me está siguiendo. Me da mucha rabia, pero estoy muerto de miedo sobre lo que va a pasar hoy y me gustaría retrasar este momento tanto como pudiera.

Cuando llego a la oficina, espero ver a Michael allí, para darme instrucciones pero no está en su mesa. Un poco confundido y con la ansiedad envolviéndome, me siento en mi cubículo y decido trabajar en los proyectos que se me han sido asignados en el trabajo real hasta que alguien me dé instrucciones. Antes de abrir los planos para seguir trabajando en ellos, reviso mis mensajes,  para asegurarme de que no tengo noticias de Raven o cualquiera de sus siervos.

La mitad de la mañana pasa y nada. Volver a centrarme en lo que me gusta, ha hecho que me olvide un poco de la mierda que me persigue, pero en mi cabeza ya no desparece la voz que me dice que algo no va bien, que no puedo despistarme y volver a bajar la guardia. Odio esa voz, para que conste. Poco después de volver de mi almuerzo, Michael se cruza por delante de mí como un bólido. Ni siquiera me mira aunque sé que es consciente de mi presencia y de que lo estoy observando impaciente. Se sienta en su sitio como si nada y me mira. Su rostro es sereno a pesar de que sus movimientos me resultan forzados.

—Te llevaré hasta Raven después del trabajo. Ahora está ocupada y no podría recibirte.

Hago un gesto de sobresalto, incrédulo ante lo que me dice. Es decir, no solo tendré que sacrificar mi tiempo libre, sino que tendré que enfrentarme a Raven.

—¿Tengo que hablar con ella? ¿Tengo que estar con ella, cerca de ella?

—¿Qué pasa? ¿Te da miedo?—inquiere con una risita.

—Eh, pues sí. La verdad, nunca nadie me ha intimidado tanto y creo que a ti tampoco, en realidad.

Le borro la sonrisa de la cara enseguida. Punto para Nathaniel. Enseguida se me pasa la emoción por haber ganado esta pequeña batalla. Me doy cuenta cuando estira los brazos que en el puño de su camisa hay sangre. Y me pregunto  si se ha cortado afeitándose esta mañana o ha estado matando a alguien para su reina. Me estremezco por entero.

—Ahora no tengo tiempo para hablar, Nate. Después te llevaré con ella. Sabes que es la que decide. No hablemos más del tema.

Así que me resigno a esperar, como un condenado antes de que lo suban a la horca.

LAURA

Inquieta, espero a que Raven vuelva, dando vueltas por el complejo. Cuando me anuncian su regreso, corro hasta la puerta del garaje. Se había llevado su moto, así que entrará por esa puerta. Al verla, me paro en seco de la sorpresa. Está cubierta de sangre. Su cara está salpicada y el cuero tiene manchas enormes que prácticamente cubren toda la superficie de su cuerpo. No parece que tenga heridas o al menos no grandes, así que es buena señal. Pero la ira fría continúa en su cara. Se va quitando las armas que lleva encima, enganchadas en algún sitio, incluyendo las dagas, y las va tirando al suelo con rabia según camina hacia dentro. Pasa a mi lado sin mirarme. La sigo en silencio esperando instrucciones.

—Quiero que me traigas a Nathaniel ¡YA!

Me doy media vuelta. Una vez en mi despacho, llamo a Michael y le pido que traiga a Nathaniel en menos de una hora, para que a Raven le dé tiempo a bañarse y cambiarse.

SKYE

El cuero mojado por la sangre es muy incómodo de quitar. Cuando lo consigo, me coloco enseguida bajo el chorro de agua caliente. La sangre es muy pegajosa y está empezando a secarse en mi piel. Me enjabono varias veces para asegurarme de no tener restos de otra persona sobre mí. 

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