NATHANIEL
Me levanto de nuevo agobiado, confundido por el entorno desconocido que me rodea. Me incorporo en la cama y intento controlar mi respiración hasta que asimilo dónde estoy. Me dejo caer sobre la almohada de nuevo. La situación empieza a cabrearme. Me quedo en la cama. No sé qué hora es y tampoco quiero saberlo. Irónicamente no quiero salir de aquí.
Unos golpes aporreando mi puerta, me sobresaltan. La voz de Michael sobrepasa la pared.
—¡Nate! ¡Despierta! Las audiencias empiezan en diez minutos y tienes que estar allí antes que la reina.
Ruedo los ojos. Me levanto y me pongo que el traje que me dejaron ayer especialmente para la ocasión. No tardo más de cinco minutos. Mi compañero de trabajo está esperándome fuera. Sin decir una palabra, empezamos a caminar pasillo abajo. Damos lo que me parecen unas cuantas vueltas (sigo sin acostumbrarme a este laberíntico complejo) antes de quedar frente a una puerta doble enorme. Pintada de un dorado que la hace brillar bajo la escasa luz que la ilumina. Michael abre una de las puertas solo lo suficiente para que pasamos.
La sala está llena de gente. Deduzco que la gente que viene a pedir cosas a la reina. Solo he visto algo así en Juego de Tronos. Y nada de ahí sale bien. Espero no acabar con la cabeza en una pica. Michael me indica dónde debo colocarme: a solo unos escasos metros del trono. Mientras la sala termina de llenarse, antes de que llegue Raven, aprovecho para observar el trono. La primera vez que estuve aquí pensé que iba a morirme, si no por manos directas de Raven, de un ataque al corazón por todo lo que me estaba pasando. Ahora, sin embargo, solo trato de aceptar las cosas que me vienen dadas.
El sillón destinado a esta reina en concreto es de color dorado, acompañando a la decoración de toda la sala. A pesar de ser grandioso, el trono es muy elegante, de líneas finas. El respaldo es increíblemente alto y su centro se eleva un poco más para terminar en la cabeza de un león. Los reposabrazos acaban en calaveras y los cojines son negros, realzando más la belleza y el brillo del conjunto.
No puedo seguir detallándolo porque en ese momento dos hombres vestidos de guardias empujan las puertas hacia dentro, abriéndolas de par en par. Raven entra en la estancia. Me quedo sin aliento. Lleva un vestido largo, de corte princesa, formado por un corsé negro con escote corazón, realzando la figura de sus pechos grandes. La falda es de tul, también negro, pero de alguna manera, un tono más suave. Lleva una capa granate que contrasta muy bien. La tiara en su cabeza, encima del pelo trenzado con volumen, es negra con rubíes incrustados, pero es diferente de la que había visto la última vez: es más fina, tiene siete picos coronados por diamantes.
Miro a mi alrededor, sorprendido por el hecho de que nadie más esté a punto de desmayarse ante su presencia. Poderosa. Impresionante. Demasiado para mí. Laura va detrás de ella. Lleva un traje que no tiene punto de comparación con el de su reina. La capa se arrastra detrás de Raven. Sube los escalones hasta la plataforma en la que está situado el trono y se sienta en él elegantemente, sobre su capa extendida, tal y como la conocí la primera noche. Algo dentro de mí se para ante esa visión.
—Raven, reina y soberana de un reino que ella misma ha construido y en el que todos servimos.—anuncia Laura con voz potente delante de ella.
Entonces, Laura empieza a llamar por su nombre a cada persona que tenga una petición que hacer a su reina.
SKYE
Soy consciente en cuanto entro en la habitación no solo de que Nathaniel está aquí con el traje que le ordené, sino que he causado una fuerte impresión en él al entrar. Miro al frente en todo momento, con rostro serio, regio, como siempre. Me siento y la ceremonia de siempre cuando Laura me presenta se hace aburrida. Las personas empiezan a pasar con peticiones más aburridas todavía, con quejas y disputas que me parecen estúpidas, pero que resuelvo con paciencia. Finalmente, llega alguien que me llama la atención.
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Proyecto M
Teen FictionSkye, conocida como la reina Raven, sabe que el mundo estará a sus pies en cuanto chasquee los dedos. Pero ella quiere más, siempre ha querido más y es lo que pretende conseguir a través de Nathaniel, un diseñador, que se verá envuelto en un mundo d...