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Chapter Twenty

Realmente estos días habían sido totalmente pesados. O al menos el día de ayer. Jamás pude haber creído que James actuaría de esa forma, definitivamente en mis planes no estaba verlo, pero era imposible. Claro, necesitaba un respiro de lo que pasó allí abajo, y fui con Logan. Realmente me sentía mal por él. El encontrarlo en esa situación me hizo sentir una culpa instantáneamente, aunque sé que él sintió más culpa de la que yo pude haber sentido.

De igual manera, cuando sus brazos me rodearon todo fue completamente claro, como si me sintiera demasiado bien con él.

No todo era color rosa. Si, me sentía demasiado bien con el rubio pero de igual manera aún me sentía mal por ciertas cosas. Fingir que lo de Charlotte no me afectaba era completamente inútil. El estar esperando su mensaje todos los días realmente me mataba.

Charlotte siempre había sido mi amiga, jamás había habido un distanciamiento tan largo de su parte, ni de la mía. Todo el tiempo fuimos unidas, pero al parecer ya no más.

Siempre me encantó ver a mi dulce rubia todos los días y pasar la tarde juntas sin límite de tiempo. Charlotte siempre me ayudó con mis problemas, bien recuerdo cuando íbamos en el jardín. Era el Día del padre, todos los niños a mi al rededor estaban de la mano con sus padres sonriendo, siendo felices. Mientras tanto, yo, estaba en una esquina esperando que todo eso pasara, siempre me preguntaba por qué mi padre no venía a estos eventos, por más que lo deseaba, nunca pasaba.

Fingía que me bastaba con Jade, nunca quise hacerla sentir mal por ello, aunque era imposible no llorar en los cálidos brazos de Charlotte cuestionándome en donde estaría mi padre. Pero ahora ya no estaban esos cálidos brazos para salvarme, ya no más. Ahora no quedaba nada, solo quedaba el recuerdo y la sombra de ella y su presencia.

Tal vez todo había sido mi culpa, el que Charlotte no me llamara más. Sé muy bien que no lo es, pero aún así esa idea pasa por mi mente. No fue mi culpa, nada de esto lo es.

De repente, estaba en el pequeño baño de mi habitación, sentada en el frío mosaico repitiendo miles de veces que nada de lo que me pasara era mi culpa, porque sabía muy bien que si no lo repetía iba a creer lo contrario, y no podía pasar, no de nuevo. Todos los recuerdos llegaron a mi como si los estuviera viviendo de nuevo. Me aferré a mi misma llorando sin perdón.

Intentaba calmarme, no lo lograba. Mis uñas estaban enterradas al rededor de mis muslos y dejaron marca allí. Y de nuevo, un vago recuerdo llegó.

» Parecía que mis lagrimas no tenían un fin. Sentía como si me ahogara en mi propio mar de emociones.

El frío piso de mi baño hacía que el momento fuera más doloroso, y no recordaba el porqué. Logré abrir mis ojos, no podía ver bien, aunque si logré divisar unas tijeras que había en mi buró. No, no era de esas chicas que hacían eso.

No me gustaba el dolor.

Pero de alguna forma, me conforté enterrando mis uñas contra mis muslos. Dolorosamente tranquilizante, eso era. Mi respiración se reguló, pero yo no estaba bien. Aún seguía repitiendo esas palabras en mi cabeza: «Nada es tu culpa» me decía a mi misma.

De repente, un chirrido me sacó de mis pensamientos.

Charlotte estaba parada en la puerta del baño viéndome con ojos llorosos. Se acercó a mi sin decir nada y me abrazó. Después de un rato cambió de posición, pero aún sin dejar de abrazarme. Se colocó detrás de mi, haciendo que quedara entre sus piernas y mi espalda chocaba contra su pecho. Sentí su mano en mi muslo dibujando pequeños círculos al rededor de las marcas causadas por mis uñas. Me dolió el saber que ella se sentiría mal por mi culpa, y ahí va de nuevo, sentirme culpable por todo.

Deje salir un sollozo. Ella estaba callada, y yo no podía evitarlo.

Realmente era mi culpa. «

Sollozaba sin control. Ese puto recuerdo fue la gota que derramó el vaso.

Sentía que mi cuerpo necesitaba algo. Necesitaba apoyo. Y el apoyo que necesitaba ya no estaba ahí.

Viví un deja vú, oh... Si que lo hice.

Jade llegó al baño, y me miró expectante. Se acercó a mi y me abrazó. Sollocé en sus brazos. Se colocó detrás de mi, haciendo que quedara entre sus piernas y mi espalda contra su pecho. Me imaginé a Charlotte, dolía demasiado, pero aún así la imaginé a ella.

Jade pasó una mano por las marcas de mis uñas, y comenzó a trazar pequeños círculos imaginarios al rededor de ellas.

Pero esta vez no me reconforté.

Porque Charlotte era la única que hacía que sanaran...

¿O en realidad solo hacía que sangraran más?

(...)

—¿Estas bien, cariño?

Levanté la mirada al escuchar la melodiosa voz de Jade.

—Si, lo estoy.

Que gran mentira.

Metí una cucharada de cereal a mi boca, aún con un sabor amargo en ella.

—Podríamos hablar...

—No me apetece, lo sabes—la interrumpí.

Jade me miró un poco aturdida y asintió.

Realmente no quería hablar. Solo quería encerrarme en mi habitación y escuchar música triste hasta quedarme dormida. No había hecho mucho, solo habían pasado dos días y no había hablando con nadie. Solo con Orión. Él era una buena compañía.

Jade seguía insistiendo en charlar sobre eso pero siempre trataba de evitarla.

Quería hacer algo que realmente me distrajera de todo lo que me rodeara. De mis problemas. Pero no había nada para hacer. Pensé tantas veces que lo único que se me ocurrió fue pasar mi tarde en la playa.

El lugar estaba muy tranquilo, el sonido de las olas combinado con el sonido de las gaviotas era realmente tranquilizante. Me senté en la arena sobre la toalla que había extendido. Tomé mi libro y comencé a leerlo. Ni siquiera llevaba la cuenta de cuántas veces ya había leído ese libro, pero me encantaba.

Podría creer que los libros son como personas. Se convierten en tus favoritos, estás demasiado contenta con ellos, disfrutas de sus palabras y su estadía. Pero de repente, sus palabras te arruinan por completo, haciéndote crear miles de formas de cambiar todo.

¿Realmente tenía que ser así?

Un libro no podía ser como una persona, porque aunque te lastimaran demasiado, su estadía seguiría allí por años y años, hasta que se desgasten, y aún así, seguirán allí, envueltos de polvo y telarañas, pero lo importante es que estarán allí.

Por eso amo los libros.

Reí ante mis pensamientos. A veces amaba mi imaginación de una forma incondicional, pero aveces se volvía frustrante estar encerrada en todos esos estupidos pensamientos. Aunque mi mente era libre, parecía ser como si estuviera realmente encerrada. Las palabras seguían allí pero no podía decirlas, estaba completamente cerrada, y necesitaba una llave que abriera todas esas posibilidades de soñar.

Creo que había encontrado mi llave...

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Lo único que me inspiró fue el escuchar Cárdigan miles de veces en todas sus versiones.

Por eso amo a Taylor Swift.

Antes que nada, el capítulo mostró más sobre el sufrimiento de Amelie y como es su dependencia emocional en Charlotte. Así como mostré un poco sobre Logan, quise hacerlo con Amelie.

Espero les haya gustado este capítulo, realmente lo hago.

Una cosa más, ¡el álbum de Taylor sale mañana!  Estoy súper contenta, lo juro.

¡No se olviden de votar!

A.

Waiting on you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora