Tenía 16 años cuando te conocí.
Y supe desde el instante en que te ví que me iba a enamorar perdidamente de tí.
¿Cómo olvidar ese día? El día en que te apareciste en ese restaurante, el día en que te apareciste en mi vida.
Era verano, al mediodía, llevaba trabajando desde muy temprano.
El verano era la temporada alta. La cantidad de turistas que visitaban el pueblo era mucho mayor que en cualquier otra época del año. El restaurante no paraba de trabajar hasta altas horas de la noche.
El calor en la cocina era intenso, y tenia que salir de ahí cada dos tres veces, porque sino me terminaría dando un golpe de calor.
Estaba refrescando mi cara en los cubos de agua que estaban fuera de los baños, cuando te vi.
Llevabas tu traje de baño y tu cabello húmedo. Tu piel bronceada brillaba a la luz del sol por la arena. Estabas riendo por algún comentario que habían dicho tus amigos. Me sentí atraída a tí desde ese momento.
No es que no viese chicos guapos a diario por ese lugar, si que los veía. Todos los días llegaban turistas nuevos, de otras partes del mundo, pero tú, no se supongo que vi algo en tí, que no vi en los demás.
Me quede mirandote una eternidad, hasta que sentiste mi mirada, fue entonces cuando nuestros ojos se cruzaron apenas un fragmento de segundo. Desvié mi mirada con timidez porque no quería que notases que te había estado observando.
El agua en el cubo, se movía ligeramente. Cuando volví la mirada hacia tí, me seguías observando, me regalaste una de tus sonrisas y yo no hice mas que sonreír de vuelta.
-¡Evie! -Gritó Luz desde la cocina. Debía volver.
Te observé una ultima vez y regresé a la cocina. En esos días Luz me estaba enseñando a cocinar, llevaba tanto tiempo trabajando como mesera en el restaurante, que había decidido enseñarme a cocinar porque necesitaba mas gente en la cocina.
Se me daba bien la cocina, podría decir con certeza que era de las pocas cosas que realmente disfrutaba hacer a parte de nada.
-Recuerda no poner demasiada salsa de soya a ese pescado Evelyn no queremos que quede salado. -Dijo Luz a mis espaldas.
-Claro. -Respondí, lo acepto aún era nueva en la cocina y no siempre salían muy buenos mis platillos.
La ventaja de aprender a cocinar en casa, es que te puedes equivocar porque sabes que nadie externo probará tu platillo, por desgracia en el restaurante yo no podía equivocarme.
-Evie, un chico te envía esto. -Me dijo Selene al tiempo que me entregó un pequeño papel doblado en cuatro partes.
-¿Qué chico? -Pregunté.
Selene se encogió de hombros.
-Un turista. -Sel no le dio importancia, pero yo solo esperaba que fueses tú.
Al abrir la nota me encontré con un mensaje que removió algo dentro de mí. Sentí por primera vez mariposas.
"Búscame cuando termine tu turno."
Sonreí para mis adentros, y guarde la nota en el bolsillo de mis pantalones cortos.
Estuve todo el día con una sonrisa tonta en mi rostro, el turno me pareció mas largo de lo habitual.
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El día que se marchitaron todas las flores.
Подростковая литератураA veces amamos tanto a alguien que olvidamos amarnos a nosotros. Evie regresó. Luego de tres años fuera regresó con un par de maletas, ropa cara y dos pequeñas dalias en las manos. Nadie sabe porque volvió, si volvió para quedarse, si acaso esta h...