CAPÍTULO SEIS

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¿Recuerdas nuestro primer beso?

Yo lo recuerdo, lo recuerdo perfectamente bien.

Tengo el recuerdo aún grabado en mi corazón. Como si de un tatuaje se tratase. Incluso hoy, incluso a pesar de todo, todavía no lo puedo borrar, está marcado tan adentro que no se puede.

-Y entonces doblas el papel y tadaa.

Tu mirada curiosa estaba puesta en la mariposa de papel que llevaba en las manos.

-Eres asombrosa, tan talentosa. -Dijiste al tiempo que tomabas la mariposa de mis manos. Tus dedos rozaron ligeramente los míos y yo no pude evitar sonrojarme.

-Solo es papiroflexia

-Yo no puedo hacer esto. -Alzaste la mariposa al sol.

-Pero puedes hacer otro montón de cosas más.

Tú solo te encogiste de hombros. Tu mirada se dirigió una vez más hacia mi.

A mi me costaba un montón verte a los ojos, no solo por la montaña de emociones y sensaciones que me hacías experimentar. Sino también porque el sol estaba en su punto más alto y al tratar de verte, el sol intervenía.

Ese día habíamos decidido ir a la playa, era mi día libre, por lo que no tuvimos que salir temprano o muy noche. Era perfecto. Éramos esa pareja que pasa la tarde en la playa. Tumbados en una frazada. Riendo de cualquier tontería, bebiendo zumo de naranja y contándonos secretos de nuestra infancia.

La gente pasaba a nuestro alrededor y solo sonreía, estoy segura que éramos una bonita imagen de ver.

La música salía de tu móvil de una manera melodiosa. Dando un ambiente mucho más romántico.

-¿Cómo es que eres tan hermosa? -Dijiste de la nada.

Yo solo sentía que me sonrojaba aun mas, si es que eso fuese posible.

No pude sostenerte mucho más la mirada, así que agache la cabeza.

Comencé a remover la arena con mi pie, escarbando en ella.

Y entonces sentí, tu mano tocando mi mejilla.

-Lo sabes, ¿no?

-¿El que?

-Que eres hermosa, talentosa e increíblemente sexy. Quiero casarme contigo hoy mismo. -El mundo se paralizó en ese momento, ¿cómo podías decir eso?

Mis ojos se encontraron con los tuyos.

Una risa nerviosa brotó de mis labios

-Lo digo en serio, tal vez no ahora, ni mañana, pero un día tu vas a ser mi esposa.- No lo entendía, como podías decirme eso, yo solo era yo.

Y entonces lo entendí, estábamos perdidamente enamorados los dos, y yo solo podía pensar en lo afortunada que era, de haber sido correspondida. Es una suerte querer a alguien y que seas correspondido.

Tu mano acariciaba mi mejilla y tus ojos estaban posados en los míos, tus ojos marrones profundos en los que podía perderme.

Te acercaste lentamente, pero te detuviste un milímetro antes de que nuestros labios se tocasen.

Sabía que si movía un poco mi cara, nuestras bocas chocarían y entonces nos besaríamos.

Pero no quería hacerlo, quería que tú lo hicieses primero, quería que tú me besaras.

-Quiero que me beses. -Confesé

Tu reiste, pero lo hiciste, así, sin más lo hiciste. Me besaste. Nos besamos.

Ese día el corazón me latió tan rápido que sentí que se me saldría del pecho. Pero no pasó. Solo nos besamos, nos besamos por tanto rato, que sentía que me faltaba el aliento.

Ese día descubrí que enamorarse puede ser tan fácil y rápido, que a veces no te das cuenta hasta que el amor te golpea de frente.

No puedo pensar ahora, ¿en qué momento eso cambió? ¿en qué momento uno dejó de amar al otro?

El día que se marchitaron todas las flores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora