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— ¿Viviste una guerra civil?— Preguntó Luzu.

— Dos de hecho, curiosamente ambas ocurrieron en la misma nación— Respondió Sapo Peta.

— Hombre, tu vida suena mucho más interesante que la mía— Comentó Luzu para después beber de su vaso.

— Una vida muy larga trae consigo muchas anécdotas— El druida respondió— ¿Ya te he contado de aquella vez que viaje a un universo donde la gente en lugar de pagar con monedas lo hacía con uñas de los pies?—

— Suena asqueroso— Respondió Luzu— Pero me dejaste intrigado—

Mientras aquel par charlaba animadamente cerca de la barra libre, a varios metros un chico mexicano les veía y fruncía el ceño.

— Puras pinches mamadas— Dijo Quackity— Sin mí ni se hubieran llevado bien, par de culos... Ni me duele—

Quackity dio media vuelta e hizo un puchero, queriendo llorar.

— Todo por querer juntarlos, si estaré pendejo, nombre y eso que soy candidato a la presidencia— Quackity siguió con su palabrería mientras caminaba por el gran salón de fiestas en el castillo de Vegetta, buscando algo interesante que hacer.

Por suerte, ese des aburrimiento vino en forma de un oso bebiendo alcohol solo en una mesa alejada de todo.

— Eh, puto— Quackity le saludó cuando se acercó a la mesa— ¿Por qué tan triste? Ni que fuera final de telenovela—

El chico pato sonrió, pero borró la sonrisa cuando Rubius no contestó y prefirió seguir bebiendo de su botella de vino.

— ¿Rubius?—

— Ahora no estoy de humor, Quackity, déjame solo por favor—

Quackity suspiró y se sentó en la silla junto a Rubius, el oso estaba tan encerrado en su mundo y siguió su mirada para saber que veía.

No le sorprendió que estuviera viendo a Lolito y Vegetta brindando.

— Ah ya vi, andas bien bajoneado porque el pinche Lolito te comió el mandado— Comentó Quackity, sonriendo hasta que vio en dirección a Luzu y Sapo Peta que seguían riéndose juntos— Sí... Sé lo que se siente—

El ánimo de Quackity bajo de inmediato y tomó la botella de Rubius para beber también.

— ¿Y qué paso contigo?— Preguntó Rubius.

— Junte a mis dos viejas y se llevaron bien— Respondió el menor— ¿Y tú?—

— No me comí una hamburguesa...— Comentó el oso.

— Estás bien pendejo— Comentó Quackity.

— Sí lo soy— Rubius asintió.

— Yo también estoy bien pendejo— Comentó Quackity.

A final de cuentas, ambos eran dos pendejos.

Continuará...

Btw, la pequeña conversación de Rubius y Quackity fue inspirada por el mini comic hecho por @/craneoapatico en Twitter para que vayan a seguirle.

ᴰᵒˢ ᴾᵉᶰᵈᵉʲᵒˢ • ᴿᵘᵇᶜᵏᶤᵗʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora