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— ¡Pero mira como beben los peces en el río!— Gritó Quackity mientras él y Rubius avanzaban tambaleándose por lo borrachos que estaban ambos.

El oso reía ante las palabras sin sentido del menor. Ya hace un rato que habían dejado la fiesta por la boda y ahora eran un par de borrachos tratando de caminar correctamente de vuelta a casa.

— Cabrón, si yo ni vivo por aquí... Pinche barrio culero wey, aquí se chingaron a mi hijo— Comentó Quackity, pero tropezó con uno de los escalones de la escalera a casa de Rubius y el oso solo se rio.

— Joder...— Luego alzó la vista al ver a dos personas en la entrada de la casa— ¡Vegettita!—

— Doblas, ¿Pero cuánto bebieron ustedes dos?— Preguntó Vegetta.

— Chupamos vino como si fueran pitos— Respondió Quackity aún en el suelo— Hasta parecemos papá de familia tradicional en épocas decembrinas—

— Macho, ni siquiera entiendo lo que dice— Rubius se puso a reír— ¿Por qué están aquí, Vegetta?—

— Es que le vine a dar su regalo de bodas a Vegetta— Respondió Lolito entregándole a Vegetta un bloque de TNT.

— ¿Por qué tienen dinamita?— Preguntó Rubius aún tambaleándose.

— Es parte de mi regalo— Vegetta mencionó dejando el TNT frente a la puerta de entrada de Rubius y la encendió.

Para sorpresa de Rubius, vio que gran parte de su casa se volvió lana en vez de explotar, el oso solo empezó a reír.

— Hombre sí, venganza por lo de tu castillo, eso me gusta, que me regreses las jodas— Rubius mencionó y se quedó quieto mientras Quackity lo usaba de apoyo para levantarse.

— No es toda la venganza— Comentó Lolito sacando un mechero, eso alertó a Rubius, tanto que se le bajó la borrachera.

— Espera, subnormal, ¿Qué haces?— Preguntó Rubius alarmado.

— Saldando cuentas— El de ojos morados respondió tomando el mechero y lo lanzó a un trozo de lana en el suelo, causando que el fuego se propagara rápidamente por todos los bloques de lana.

— ¡No!— Rubius gritó.

— Hasta nunca, Rubén— Vegetta comentó, tomando la mano de Lolito y sacando su tarjeta que los teletransportó a ambos de vuelta al castillo.

— ¡A la verga!— Gritó Quackity cuando obtuvo conciencia de su alrededor— ¿Pues qué pasó?—

Rubius no respondió, solo vio su hogar en llamas.

Continuará...

ᴰᵒˢ ᴾᵉᶰᵈᵉʲᵒˢ • ᴿᵘᵇᶜᵏᶤᵗʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora