3. Reborn in my limbo

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I just want to set you free...

La última vez que desperté mi corazón se encontraba en paz, estaba más tranquila de lo que había estado nunca y mi cuerpo se sentía cálido envuelto en los brazos de Junhui.

Mis ojos se abrieron con cansancio y automáticamente volvieron a cerrarse completamente desacostumbrados a la luz que ahora los cegaba. ¿Luz? ¿Desde cuándo hay luz?

Estaba soñando. Pensé. Pero no. Porque aunque el lugar que nos rodeaba ya no se encontraba envuelto en penumbras, algo me decía que seguía en el mismo Limbo en el que había estado durante quién sabía cuánto tiempo.

-Está bien, abrí los ojos despacio -susurró en mi oído. Y yo obedecí.

La luz dolía muchísimo. Ver dolía. Estaba tan acostumbrada a la nada que la existencia de algo mas dolía. Pero cuando mis ojos comenzaron a habituarse a ella, me sentí sumamente agradecida.

De alguna manera habíamos llegado a una enorme sala de paredes rojas. Una extensa mesa llena de platos, utensilios y velas se ubicaba en el centro del lugar a pocos metros de donde nos encontrábamos, todo en perfecto estado, como si la persona que los hubiera acomodado esperara recibir visitas pronto.

En un punto lejano, pero posible de divisar, se hallaba un gran espejo. Inmediatamente sentí la necesidad de acercarme a él. No porque quisiera corroborar mi imagen, sino porque había algo en él que me llamaba, como si hubiera un mas allá detrás que me estaba invitando.

Pero incluso entre la confusión que me generaba la luz, las preguntas que surgieron sobre el lugar en el que estábamos y el deseo intenso de acercarme a aquel espejo, mi atención acabó por centrarse en lo único que realmente quería ver con claridad, Junhui.

Sabía que era bello, pero al verlo realmente iluminado y a tan corta distancia, esa palabra sin dudas no le hacía nada de justicia.

Su perfil era precioso, sus rasgos eran mas finos y marcados de lo que yo había logrado percibir antes. Su cabello era rubio y caía sobre su rostro enmarcándole incluso mas las perfectas facciones. Su espalda y pecho eran anchos, y estaban cubiertos por una particular camisa blanca que yo sabía que se sentía suave al tacto, pero que nunca había visto. Cada detalle que notaba me gustaba mas que el anterior, si él me hubiese pedido que pasara el resto de la eternidad solo observándolo, lo hubiera hecho gustosa.

-Estamos acá -dijo- ya podés salir.

Yo seguía sin entender nada de lo que estaba sucediendo. ¿En dónde estamos? ¿Por qué puedo salir? ¿Por dónde tengo que salir? ¿Y por qué tengo que salir sola? ¿Por qué me sostiene mas fuerte si en realidad quiere que me vaya?

-Tenemos que salir -aclaré.

-No -contestó.

Y cuando se giró para encontrar su mirada con la mía, supe que hablaba en serio.

Limbo | Wen JunhuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora