Capítulo 10

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Desde el día que conoció a Gulf, hubo dos ocasiones en las que Mew se planteó la idea de no seguir adelante con su relación. La primera fue mera cobardía, nada más conocerlo, porque sabía en el fondo de su corazón que se convertiría en una persona importante para sí mismo, en esa ocasión, tardó casi cinco días en rendirse a sus sentimientos y a la necesidad de ver, aunque sea su rostro, una vez más. La segunda, fue mientras escuchaba la historia de su tormentosa relación con Saint y no por lo que había vivido, no por las decisiones que el mismo Gulf pudo haber tomado, sino porque supo en ese momento que debía buscar una manera de conciliar su trabajo con su vida personal.

Era un tema que daba vueltas en su cabeza cada día, cada amanecer con Gulf envuelto en sus brazos, cada vez que lo veía sonreír, con esa felicidad que alegraba al mundo a su alrededor, esa entrega, esa confianza que no estaba seguro de realmente merecer.

Pero, como todas las decisiones importantes en la vida, Mew había aplazado esta situación, dejando pasar los días, las semanas, hasta llegar a pensar que quizás no era necesario, tal vez Gulf pudiese seguir siendo así de feliz, ignorante de los detalles y luego todo fluiría hacía un momento en que simplemente las cosas se solucionarían por sí mismas.

Nunca deseó que esta fuese la solución, jamás pensó que al final terminaría hiriéndolo, quizás más que el propio Saint y toda aquella felicidad que le daba alegría a su propio corazón se esfumara de esos ojos negros que tanto amaba.

—¿Mew? —murmuró Zom desde la puerta.

Continuó sentado en la pequeña silla de su oficina, mirando el vacío de la pared tras su escritorio, rogando porque el mundo se detuviera un instante y fingir que podría abrazar a Gulf al llegar a casa, tan sólo una vez más.

—Morrison te está llamando —su amiga tomó la mano que descansaba en su pecho y presionó sus dedos— no sé qué sucedió, Mew, pero será mejor que respires hondo y te pongas de pie.

—Iré —carraspeó, desconociendo su propia voz— en un minuto.

—Puedo fingir una llamada para sacarte de ahí ¿Fue algo que sucedió en el almuerzo? Algo que deba saber.

—No —sonrió con pesar— es personal —vio el rostro de Zom fruncirse en preguntas que él no estaba dispuesto a responder.

Fue Vane la que le confirmó que ya podía ir a casa. Permaneciendo en la oficina hasta tarde, fingiendo avanzar en la cuenta que Morrison le asignó, para salir de viaje al día siguiente junto a Siena, la nueva ejecutiva.

No fueron los reclamos de su madre por la ausencia de Gulf, tampoco la mirada de halcón que Vane le regaló, ni siquiera el comer solo en la cocina. Todo eso fue soportable, hasta que llegó el momento de acostarse, cuando tomó consciencia de que Gulf sería una ausencia en su vida que nunca se podría perdonar.

Pero mantuvo la compostura y la cordura, incluso cuando vio la soledad de su cepillo de dientes dentro del vaso, en la repisa del baño, todos los frascos desaparecidos, la botella de champú en la bañera. Respiró hondo muchas veces, sus nudillos blancos al sujetarse del borde de la puerta.

Como el cobarde que reconocía ser, puso sus pocas pertenencias en una maleta, llamó a Siena y le comunicó que se encontrarían en Sacramento, porque él viajaría esta noche.

—Sírveme otro —le murmuró al cantinero y notó la renuencia, también que el vaso tenía menos cantidad que el anterior, pero si había algo que lo hacía valiente, era el alcohol y vaya que lo necesitaba— otro.

—Problemas no es lo que quiero esta noche —murmuró el hombre tras la barra— será mejor que te marches.

—Uno más —gruñó, desafiante

Así, tal cual - MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora