Capítulo 7

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Las sensaciones no lo dejaban dormir, haciendo todo lo posible por no moverse, entre los brazos de Mew, cerrando sus ojos con fuerza, esperando que el sueño llegara en algún instante, pero no lo lograba. Resopló y miró el espacio vacío en la ventana, permitiendo a las sensaciones apoderarse de su cuerpo.

Había estado nervioso, lavando la loza con energía, mientras Mew había ido a comprobar a Mama J y dio un agudo grito cuando lo sintió rodear su cintura, mordiéndole el cuello.

—Deja eso, lo limpio mañana, vamos a la cama.

Mew lo había besado en ese instante, tomándolo por su trasero, llevándolo hasta el dormitorio con las piernas rodeándole la cintura y Gulf pensaba que si él sería quien lo follaría, debía verse, sentirse más masculino, lo cual era ridículo, porque había conocido activos tan femeninos que jamás lo hubiese imaginado, pero Gulf nunca sintió esto para sí mismo, la verdad, ni siquiera se lo planteó alguna vez, sin embargo, ahora que Mew se lo había pedido, se sentía excitante.

—¿Lo harás? —volvió a preguntarle Mew, besándolo con ímpetu ante su asentimiento— ¿Cómo me quieres?

—Sin ropa —exclamó entre risas nerviosas— para empezar.

Mew se había desnudado con lentitud, tocándose a sí mismo, mientras Gulf lo miraba, sintiendo su cuerpo llenarse de esa energía que provocaba la excitación.

—Muéstrame tu deseo —gimió, quedándose de pie al final de la cama, viendo a Mew seguir tocándose, revolcándose sobre la colcha, tumbándose y abriendo sus piernas— más —exigió— muéstrame más —escuchó la risa de Mew y no tardó en verlo levantar el culo, ondeándolo hacia él, separando las rodillas, tomando las nalgas entre sus manos, mostrándose— Mew, eres demasiado hermoso.

—Cómeme el culo, Gulf, fóllame con tu lengua.

Había sido extrañamente excitante, aunque Mew era mucho más peludo de lo que esperaba, eso también le había gustado, sus gemidos roncos y desesperados, moviendo su culo hacia él, buscando más sensaciones.

Lo había follado y Mew había gritado como un maniaco, quizás por no estar habituado o porque Gulf tenía un tamaño bastante considerable para su pequeño cuerpo.

Ahora Mew dormía y Gulf debería hacerlo también, necesitaba levantarse temprano y se avecinaba un día extenuante, además de que luego de un mes dormiría solo.

—Mew —llamó, escuchando su suspiro entre sueños— despierta.

—No —protestó, arrimándolo un poco más a su pecho y Gulf sintió el miembro flácido contra su trasero, suspirando— ¿Qué pasa?

—Me siento extraño —protestó, girándose entre sus brazos, besándole los labios, acariciando sus cejas— Mew —llamó, pero el hombre ya estaba dormido otra vez, haciéndolo sentir decepcionado, continuando con sus caricias a ese rostro hermoso y varonil— te amo, Mew, sé que lo dijiste y yo no lo hice, pero te amo —se acurrucó contra él y cerró los ojos, escuchando el corazón latir en su oído, sin cambios, sin emoción— ¿Por qué me amas? —murmuró— soy como aquel chico, Art, que te hacía sentir bien contigo mismo ¿Es eso? —alzó la mano y tocó su mejilla, acarició el cabello— porque yo te amo de verdad y no quiero ser sólo alguien que te haga sentir bien.

Poco a poco había logrado caer en el sueño y todo había sido rápido en la mañana. Mew salió a recibir a la enfermera y luego regresó, sonriendo, llevándolo a la ducha donde habían hecho el amor y Gulf tenía que marcharse, con tantas preguntas en su mente, su corazón.

Fueron dos noches horribles, donde la misma sensación lo perseguía a cada segundo, incluso cuando hablaron por teléfono, antes de dormir. Mai lo observaba con cautela y Gulf sabía que ella lo conocía demasiado para ignorar que algo le sucedía, pero si ni el mismo lo entendía, cómo explicarle.

Así, tal cual - MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora