Capítulo 12

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Lo primero que hizo al llegar al departamento, además de quitarse los zapatos, fue comprobar la hora. Le envió un mensaje a Vane y esperó a que la notificación llegara, comprobando que podía realizar la llamada y permaneció la siguiente media hora hablando con Mama J, contándole de las maravillas de Taipei que había conocido ese día. Cuando la mujer comenzó a divagar, se despidió de ella, en realidad, había sido una de las conversaciones más largas que habían tenido y a veces le preocupaba que comenzara a empeorar, que las llamadas dejasen de tener sentido y ya no hubiese nada que lo uniera a Mew. Pero eso era un pensamiento egoísta, porque en realidad le importaba ella, quizás Gulf tuvo una madre, pero Mama J le había dado mucho más cariño.

Terminó de quitarse la ropa y miró la camiseta que usaba cada noche para dormir, la blanca, con el logo de los Knicks que Mew adoraba verle puesta, sin embargo, nunca había llamado para recuperarla. Hoy había besado a alguien más, se había reído con alguien más, sin embargo, si le preguntaban a su corazón por quién latiría más rápido, diría Mew, Mew, Mew.

En cuanto abrió los ojos esa mañana de sábado, vio la tarjeta de Yu que dejó sobre la mesa de noche antes de dormir, pensó en llamarlo de inmediato, pero no lo hizo. Vistió ropa deportiva, zapatillas y se dirigió al gimnasio de la esquina, donde hizo sus ejercicios de rutina. Se duchó al regresar, comprobó el afeitado de su cuerpo y pensó en qué podría vestir para verlo, pero no lo llamó. Luego salió hasta la cocina, puso el café a calentar y preparó tostadas, viendo a Mai salir de su dormitorio.

—Lo único que podría sacarme de la cama a esta hora es el olor a comida —dijo la mujer entre bostezos— prepararé huevos revueltos ¿Quieres?

—Por supuesto —besó su mejilla al pasar— ¿Cómo dormiste?

—Muy bien, estaba totalmente agotada ¿Y tú?

—Excelente —sirvió dos tazas de café y sonrió al aroma de los huevos, sentándose en la pequeña mesa— tu comida siempre es buena —exclamó, untando la tostada en la yema.

—¿Qué haremos hoy? —la sonrisa en los ojos de Mai decía más que sus palabras.

—Tengo una cita para almorzar —suspiró mirándola a los ojos— me gusta.

—Es agradable, tienes razón, pero no es tu tipo —dijo antes de dar una mascada a su tostada.

—Por lo mismo estás tan tranquila —ella sólo sonrió— sabes que no será un drama al final.

—Porque está bien que te permitas disfrutar de estar con alguien, sin preocuparte de la caducidad de la relación, además, no puedes negar que quieres verlo —comenzó a reír al verlo sonrojarse— y por lo que vi anoche, besa bastante bien, sólo le falta un poco más de dominio con las caricias, es un tanto brusco.

—Tonta —se escondió tras la taza de café, dándose cuenta de que ya no le quedaba más por beber— entonces lo llamaré.

Fue Mai quien eligió su ropa, estrecho pantalón de lana, sweater afelpado, botines y una gruesa capa que se ajustaba a la cintura. Comprobó la imagen en el espejo del baño y suspiró mientras su amiga lo abrazaba desde atrás.

—Te ves divino —se alzó para besarle la mejilla y lo obligó a sentarse— no te maquillaré mucho, necesitas verte casual, además, así el paseo de la vergüenza no será tan vergonzoso.

—No me quedaré, Mai, sólo comeremos y pasaremos la tarde viendo películas, además estará su hermano ahí, sería ridículo.

Yu le había dicho que almorzaran en casa, que Lee era un excelente chef y no se arrepentiría. Por la mente de Gulf pasó la idea de que lo había planeado desde el principio, pero se negó a aceptarlo.

Así, tal cual - MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora