𝟶𝟸∥ Cʀᴜᴇʟᴅᴀᴅ ʜᴀᴄɪᴀ ᴇʟ ᴍᴀ́s ᴅᴇ́ʙɪʟ

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CON LOS PRIMEROS RAYOS DE SOL, Rheanith se levantó de la cama. Se puso las prendas del color que sus hermanos y ella siempre lucían, cogiendo el cuchillo antes de envainarlo y guardarlo en su bota. Salió corriendo hacia las cocinas, robando dos manzana antes de dirigirse al patio donde había estado entrenando el día anterior con Aegon.

Fue directa hacia el enorme balcón donde Viserys estaría observando como de costumbre. Lord Lyonel estaba a su lado, y al divisar a la joven tras él, carraspeó la garganta para hacerla notar. El monarca, enfermo y demacrado por la enfermedad que padecía, se volvió encontrando a su nieta. —¡Ah, Rheanith!— Exclamó el hombre extendiendo los brazos para  abrazar a la chica. La susodicha sonrió incómodamente, dejándose.

Cuando se separaron, por fin, ella le ofreció una de las dos manzanas, volviendo a sonreír para ganarse el favor de su abuelo. El hombre comenzó a reír, cogiendo de la mano a su nieta para contemplar lo que ocurría abajo.

—No hay nada mejor—. Escuchó comentar al mayor. —Aprenden a combatir juntos, se adiestran juntos, cuando se derriban, se ayudan a levantarse...— Rheanith escuchaba a su abuelo negando levemente con la cabeza. Nunca comprendería de dónde sacaba todo aquello. Solo había que mirar para saber lo mal que se llevaban entre ellos. Aguantó una risa al ver cómo Aegon golpeaba la espada de madera de Jacaerys, derribándola al suelo sin esfuerzo.

Escuchando a ser Criston Cole, protegido de la Reina, dar instrucciones a los dos príncipes de pelo plateado, ella se volvió de nuevo hacia el monarca. —Viserys...— La joven nunca le había llamado abuelo, de hecho, siempre tendía a dirigirse a él por su título, pero tras la insistencia del mismo, solo consiguió que le llamara por su nombre.

El susodicho suspiró, daría lo que fuese por que su nieta le llamara abuelo. —¿Si, Rheanith?— Cuestionó sin apartar la mirada de sus hijos y nietos.

—¿Podría entrenar con los chicos?— Preguntó la susodicha ahora seria, demostrando que realmente lo quería.

La Mano del Rey se rio tras ella, siendo fulminado con la mirada por Rheanith, haciéndole callar de inmediato. Cuando la princesa quiso volver a intentarlo, fue interrumpida. —Como desees, Rheanith. Nunca viene mal saber defenderse un poco.

La susodicha abandonó el balcón al escuchar la respuesta, como si quisiese evitar que su mera presencia hiciera cambiarle de opinión, antes de correr hacia el patio. Esquivaba a todo quien aparecía por los pasillos y las escaleras hasta llegar al gran portón de piedra que daba al exterior, escuchando ya el sonido de las espadas de madera al chocar entre ellas. Mirando en aquella dirección, encontró a Cole enfrentándose a los dos vástagos del rey. Comenzó a rodearles desde la distancia, avanzando hasta el resto de las herramientas para el entrenamiento.

Apoyándose en la fría pared mientras veía fracasar estrepitosamente a su mejor amigo y al hermano del mismo, y tras haberse puesto la armadura que cubría su pecho, alguien se la acercó.

Mirando sobre su hombro, encontró a ser Harwin, quien observaba a los dos chicos castaños a un lado de la arena. —Las armas siempre arriba—. Se dirigió a ellos tras llamar su atención. —Sin dar cuartel—. La princesa observó a los dos caballeros intercambiar miradas, no de las amigables precisamente. —A los más jóvenes les vendría bien vuestra atención, ser Criston—. Continuó antes de mirar a su lado, buscando la mirada de la princesa, pero solo encontró rocas. Buscándola con la mirada de nuevo, la encontró junto a Aegon, apoyada en su hombro con su sonrisa arrogante como de costumbre.

—¿Cuestionáis mi forma de instruirlos?— Preguntó el mencionado sin mirarle.

Junto a Rheanith, Lucerys se había colocado. Viendo que su hermana no le prestaba atención, dio un par de toques en su brazo. Mirando hacia abajo, vio al pequeño con una pequeña sonrisa y una mano que la saludaba. Ella le ofreció la misma que le había otorgado a su abuelo cuando la había abrazado, antes de volver su atención a la interacción de los dos adultos.

𝐑𝐄𝐍𝐄𝐆𝐀𝐃𝐄, aemond targaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora