Capitulo 8.

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Aegon II Targaryen.

Tomar una copa de vino fue suficiente para él, no quería volver a caer en el camino del alcohol nuevamente. Además, no es como si lo necesitará, era un hombre adulto hasta hace unas tres semanas. Un adulto que puede manejarse sin alcohol y sin su loca madre o los verdes.

-Ah... He evitado una tragedia. Me preguntó si esto marcará una parte importante en el futuro.- susurra y mira la copa con vino rojo como la sangre oxidada. Un destello vienen a su mente por eso.

Está en parado en un campo de batalla, había muertos y heridos. Algunas de las heridas eran de espadas, otras de fuego, y los muertos tenían las mismas características de heridas. Algunos eran como si estuvieran quemados vivos y todos ellos lo miraban con horror. Horror puro a él y a lo que estaba detrás de él, aquella gran criatura alada con dientes filosos y fuego en su interior. Estaban llenos de horror por el enorme dragón, por su Sunfyre.

Un jadeo sale de su boca cuando vuelve al presente y trata de calmar su respiración por el extraño recuerdo, por qué sí, era un recuerdo. Uno que había olvidado en su memoria, pero no en su cuerpo. La batalla que lo había hecho alejarse de su nido que estaba cruzando el Aguasnegras. Pero de alguna forma le hace recordar la batalla contra de su sangre, en aquella que perdió muchas cosas y no quiere recordar.

No quiero recordar.

¡No quiero recordar!.

¡¡No quiero recordar!!.

-¡Aegon, respira conmigo!.- había una voz suave que le decía que respire y él hace lo que le dicen.- Eso es hermano, solo respira lento y suave.- la voz le sigue diciendo instrucciones suaves y gentiles. Luego de unos minutos puede reconocer a la persona a la cual pertenece esa voz, es la voz de su hermana; Helaena.

-¿Helaena?.- sus ojos fueron directamente hacia el rostro de su hermana y no puede evitar pensar en lo pequeña que sé con sus tres y diez años. No puede evitar una culpa del conflicto que se vio envuelta por su culpa, por la de Aemond y por la de su madre.- Helaena…- suena como un llamado lastimero, uno que su hermana se encarga de contestar con un abrazo y caricias.

-Los escuché llamando, hermano. Los dioses te observan para ver en lo que es correcto o incorrecto.- el abrazo que ella le dan se vuelve algo apretado, pero de igual manera él le corresponde y no evita que se sienta protegido.

-Lo sé... Los dioses me dieron esta oportunidad de arreglarlo todo, hermana, pero... No sé cómo hacer que nuestra sangre no se asesinen entre ellas o como protegerlos a ustedes tres.- es algo patético que su hermana lo esté consolando sabiendo del que tiene cuatro y veinte años y era un hombre, no un niño de solo cinco y diez.

-Hay una forma, hermano...- eso llama su atención y mira a su hermana, la cual se encuentra algo dudosa.- Pero no estoy segura de que sea de tu agrado...-

-¿Qué es? Cualquier cosa que pueda detener la masacre lo tomaré, Helaena.- Su hermana lo mira unos segundos para luego suspirar.

-La sangre Valyria; la sangre antigua corre por nuestras venas, hermano, y hay escrituras sobre ella. Se dice que hacía siglos atrás un hombre nacía con las capacidades de engendrar a niños más fuertes, más dotados y que estos mismos eran adorados por nuestra sangre por ello. Pero esos hombres dejaron de aparecer hacía siglos, hasta ahora...- Su hermana se queda callada para mirarlo un segundo y luego continuar- Hermano, tú eres uno de esos hombres. Tienes más sangre Valyria en tus venas que te otorgan el poder de engendrar niños, eso es lo que los dioses me han dicho.- él la mira incrédulo, no sabe qué decir. Está procesando lo que Helaena le estaba diciendo, ya que no sabe cómo sentirse con todo eso.

Hacerlo bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora