Capitulo 3

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Entraron a la casa para recoger las pocas pertenencias de Kira y irse de allí para siempre. Una vez todo dentro del coche se dispusieron a ir al pueblo de Dominic el cual sería su nuevo hogar.
De camino empezaron a conocerse.

---Bueno pues creo que llegó el momento de contarnos cosas así que empezaré yo.--- le dijo él.
--- Mi nombre es Dominic Williams, tengo 30 años, trabajo en una pequeña cafeteria de la que soy el dueño, soy Alfa de la manada Greymoon, tengo un hermano llamado Damon, mis padres murieron hace 10 años y después de media vida buscandote al fin te tengo conmigo, mi Luna.--- dijo lo ultimo con amor en sus ojos.
---Mi turno. Me llamo Kira Stevens, tengo 24 , trabajaba en " la morgue" hasta hoy asi que ahora mismo estoy sin trabajo, no tengo hermanos, a mi padre no le conozco y mejor no hablar de la que dice ser mi madre. Así que no tengo casa, ni familia,ni trabajo, ni nada que ofrecerte y puede que ya no quieras tenerme contigo porque soy débil y no creo merecer el puesto de Luna de la manada.
---Jamás vuelvas a decir eso!! Eres mia y la diosa nunca se equivoca al elegir almas gemelas.Yo soy tu familia, tengo una casa enorme para nosotros y lo del trabajo se solucionará. Y solo con que me des tu amor te aseguro que es mucho más que suficiente. Tu sitio es a mi lado al frente de la manada, cuidando a los niños, atendiendo a los ancianos y formando a los jovenes. Sé que serás una gran Luna.--- le dijo tajante. A lo que Kira sonrió por tener tanta fe en ella.

Las 3 horas que duraba el trayecto estubieron hablando de todo. En ningún momento la presionó para que le contara nada que no quisiera pero sabiendo que ese momento tendría que llegar. Era una conversación que no podían evitar porque sería bueno para los dos y había que hacerle frente a lo que fuera, solo que esta vez lo harían juntos.
Dominic sabía que hubo momentos muy muy dolorosos y otros soportables porque él lo sintió tanto como ella, solo que no sabía exactamente que pasó.
Cada vez que la miraba se le erizaba la piel así que no quería ni pensar en lo que sentiría cuando la marcara y la tubiera debajo de él, en su cama, cerrando el vínculo que la haría completamente suya. Su olor era embriagador. La deseaba tanto que desde que la tubo entre sus brazos tenía una erección grande ,dura y permanente y tenerla a solo unos centimetros no le ayudaba mucho a controlarla. Aunque pareciera mentira nunca se había entregado a ninguna mujer. Solo el hecho de pensar en tener a alguien que no fuera su compañera entre sus brazos le repugnaba. Rechazó a muchas , alguna de ellas bastante insistentes , pero él solo se valió de su imaginación y su mano para desahogarse y no se arrepentía lo más mínimo porque la espera merecería la pena. Una vez que la hiciera suya sabía que no podría tenerla lejos de su cama ni dos minutos. Ansiaba protegerla, quererla, amarla y hacerla feliz de la misma forma que quería besar y lamer todo su pequeño y perfecto cuerpecito. Perderse entre sus piernas y probar su sabor. Lo necesitaba tanto que apunto estubo de parar en mitad de la carretera y reclamarla, pero ella no merecía un polvo rápido. Pasaría días enteros amándola entre sus sábanas. Una y otra vez.

Eres míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora