Es una parte de ti que te representa desde pequeña además del nombre.
Había una vez un pueblo oculto entre las montañas y llanuras un cerro dividido de animales y grandes nopales, que crecían en lugares donde no te imaginabas.
El lugar era distante casi mágico por la noches, el pueblo se deleitaba se perdía, tan ocultó para las personas que entraban tan perdido que no dejaba ver más haya.
Un lugar hermoso el cual era llamado solo por las personas más viejas, las almas de su propia lengua bailaban en un festival sin retorno una y otra vez en ese lugar.
Aquellos seres muertos por los íbamos esos que dejamos de ver, eran libres en ese lugar, tan grande y solitario y a la vez, viviendo de color y fulgor para aquel que era bienvenido.
Las libélulas se colocaban en la puerta como sed de libertad y serenidad, como un paso más eso que dejas ir y puede pasar.
Solo por una cueva, esa puerta entre la selva y el sonido de los pájaros llevando el espíritu entre sus alas, ese sonido perdido.
La muerte vive vidas sin entender la propia, solo para detenerte en la carrera de tu tiempo.
Esa era su historia esa era la mía y en el momento más horrible de cada uno de mis recuerdos, en la historia horrible ese recuerdo que te hace llorar y caer.
Los recuerdos me tomaban de las piernas y me hundían al fondo del agua haciendo que viviera, que me perdiera.
La mañana soleada, despiertas temprano tu madre ya algo vieja, con un viejo petate el olor a chocolate y el sonido de las aves cantando que se pasa por la ventana en la mesa de madera un poco de tortillas recién echas y calientitas con un plato de frijoles, te pide que te vistas una vieja falda.
Con unas viejas batas, tu padre se sienta primero tu madre se sirve al final, tu hermano le sigue tu le sirves a el, no hablan en la mesa solo comen una comida "pobre",pero ante tus ojos notable y rica.
Un plato de frutas y das las gracias por eso que acabas de comer y despertar cada mañana, después tu padre y tu hermano se levantan a trabajar largas jornadas en un huerto por parte de la hacienda, trabajan por un hombre español, sudan ante el sol radiante.
Mientras tu madre te cepilla el cabello y te hace un par de trenzas, sales de casa te despides, corres por el lugar calles largas camino de piedra solo para llegar a la casona cuidar y lavar.
Limpiar barrer y recoger, ver cómo aprenden a leer y escribir para solo escuchar y soñar vez el monte esa gran montaña llena de árboles, tu padre limpia su sudor para dejar las herramientas.
Con un mal pago pero aún así sonríe vez a mamá de nuevo un bello atardecer terminas los labores y al igual que tu padre recibes un sueldo que no mereces y sonríes.
Te sientas a la mesa unas migajas de pan y atole recién echo y calientito gracias a tu madre sonríes a todos, solo para ver a tu madre sentarse al final.
Escuchas el sonido de una vieja guitarra que tal vez alguien toca afuera de su casa sentado en un bote al rededor de una fogata, notas que se pierden entre está.
Una humilde morada ante mis ojos una familia, solo para disfrutar de la luna con una sonrisa y terminar el día.
Desperté y tregüe salina, mientras intentaba no llorar.
-tenemos que hacer algo no podemos dejar que esto siga pasando - dije mirando a mi alrededor cuando en realidad estaba sola.
Vi la vida pasar sobre mis ojos, perdida casi muerta, el habla y el aprecio, acomodé mi cabello y vi para afuera la oscuridad del pueblo, se perdía a si misma el sonido de los animales de la noche nos comían poco a poco y eso hombres, tocando puertas quemando casas, acabando con todo poco a poco.
-¿Quieres que todo se quede de esta manera?- mire a Emma, entro como monja ya recibida su túnica ya no era blanca todo lo contrario tomo un color negro sus zapatos y su forma de ver las cosas.
-¿Qué es lo que quieres hacer?- me miró a los ojos
-estas personas matan aquel que se les ponga enfrente, no es tan fácil como el es llegar y venir tú estás a salvo- negué con la cabeza.
-te parece que tú atuendo de señorita los va detener pueden tomarte de las manos y llevarte pueden seguir abusando de ti una vez estés muerta, pueden llegar y matarte sacarte los intestinos y utilizar tu cuerpo para transportar su mercancía, pueden tomarte y hacer lo que quieran solo para satisfacción, estoy salvo no lo creo, quién eres Emma crees que eligen a las niñas por lo que son por como van vestidas.
-a ellos no les importa, nos ven como objetos piones para esconderse detrás nos utilizan primero y cada movimiento, hasta que ya no haya más de nosotros, esas niñas sufren, crees que es lindo lo que les pasó, las madres están asustadas no saben si salir por miedo a que les hagan algo, no dejan que salgamos por miedo a que les digamos donde están sin embargo cada dos días se van y cada tres regresan con más mercancía y personas cubiertas del rostro - respire profundo guardando me las lágrimas.
No cariño las eligen por ser niñas, en un tiempo aran lo mismo con los niños ellos no tienen compasión ni perdón por ellos mismos.
Salí de casa una vez que llegó.
- Jose -dije mirándolo.
-No te vas a detener cierto - dijo negué con la cabeza.
-Si no me ven como mujer no lo aran para intentar salvarlos, y si me encuentran que tanto puedo perder - me miró y me dio un abrazo.
-sabes que puedes llamarme Emma si quieres estamos las dos solas- lo mire, respire profundo y le devolví el abrazo, me dio un beso en la mejilla y uno en los labios, solo cerré los ojos y me aleje poco a poco.
Mientras lo sentía aun más cerca de mi no quería alejarme pero tenía que.
Solo cerro los ojos y respondió con otro mismo, una vez que dejó de hacerlo la vi a los ojos su gorra se callo su cabello era corto, su sonrisa al verme de nuevo.
-sabes que te amo y no dejaría que nada te pase - me miró y yo a ella.
-puedo ser José si quieres - dijo colocándose la gorra de nuevo.
-necesito que las salves a ellas- me alejé.
-no quiero dejarte sola- contesto tomando mi mejilla.
-Necesito que saques a las niñas- asintió con la cabeza y fui con la señora Gloria.
Tenia un plan, había una mujer tan vieja que conocía a todo el pueblo.
Me miró mientras separaba los frijoles el color de su vieja casa y el olor a café recién echo las tortillas en la mesa mientras su marido estaba comiendo nos miró, Jose solo saludo.
-¿Qué hacen aquí muchachos?- tregüe saliva llendo hacia la mujer.
-soy de usted y para usted hija y mujer tiene dos hijas y ambas sabemos que el peligro entre las llanuras se encuentra- ella me miró con una lágrima perdida en los ojos.
-no mis niñas- ambas dormían.
-a demás de ser inútil para tener varones se llevarán a sus niñas- dijo su marido lo mira
-señor usted también es padre de esas niñas todo el pueblo está siendo gobernado por estos hombres- Jose me tomo del hombro.
-Y también está cansado de solo trabajar para ellos- dije mirando a ambos.
-ya no es nuestro pueblo ya no son sus tierras y pronto ya no serán sus hijas- levanté la cabeza.
-siempre serán nuestras hijas- dijo ella.
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EL VIAJE DE LAS LIBELULAS
RandomUna historia que no debe existir, como un desaparecido que jamás debió serlo. Me cuesta gritarlo, me da miedo hablarlo, me da miedo que alguien lo sepa, ¿por qué?, y si nadie me creé. Un día de la nada llega alguien que te dice que es dueño de lo qu...