Las hijas que no lloramos y las madres que intentan gritar.
Para ellas, para mí y mis lágrimas.
Había dejado de verlas, dicen que están escondidas entre las hojas de los mezquites en el cerro, esos arbustos formados llenos de espinas.
Me habían contado que así como ellas todos desparecen, así como seguiste aquella mariposa de niña.
-Dime, ¿Llegaste a algún lugar?-
-Ambas nos perdimos- respondí de la nada.
De un tiempo para acá, solo las he encontrado muertas.
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EL VIAJE DE LAS LIBELULAS
AcakUna historia que no debe existir, como un desaparecido que jamás debió serlo. Me cuesta gritarlo, me da miedo hablarlo, me da miedo que alguien lo sepa, ¿por qué?, y si nadie me creé. Un día de la nada llega alguien que te dice que es dueño de lo qu...