PUEDE SER INVISIBLE, NO TE DAS CUENTA, ES TAN LEGUERO, PERO AHI ESTA SOLO OBSERVANDO .
-no tenía la culpa de como la trato el mundo y tampoco la tendrá de como usted lo tratará- se quedó dormida, respire profundo y comencé a jugar con mis dedos, mis uñas.
La mire dormir y fui al pequeño sofá que estaba abajo no soñaba cuando dormía y si lo hacia no era algo que podía recordar, respire profundo viendo la luna y las estrellas para quedarme dormida.
Hay demasiadas personas que a veces te olvidas de que también tienen vida.
El sonido de la brisa y la costumbre del mes que entra, escuchaba el sonido de un bebé llorar no muy lejos y poco a poco simplemente me perdí en el sueño, podía verla perdida, esperando escondida, lo sentía sincero, sin miedo.
Escuchaba una mujer gritar y un hombre hablar, escuchaba una vieja melodía que solo en los más profundo mi corazón recordaba, los pájaros su silbido, podía perderme en los sonidos y el silencio de la nada, solo grillos, solo el viento y nada mas.
Ella no sabia escribir ni leer, así que intentaría mostrarle, al despertar, tal vez pueda conseguir algún trabajo o pueda salir de aquí, logré más de lo que sus arrugas le dicen, y sepa que no necesita de un hombre, para tener valor.
-¡DESPIERTA!- dijo Elena frente a mi.
-Han visto a la señora María- conteste apenas desperté, mis ojos se abrieron de par en par, era una mañana algo fría no se cómo sobreviví dormida afuera, Elena me dio un suéter.
Mi piel estaba helada, pero eso no me detuvo, solo me levante, mi cabello tenia hojas secas de los arboles, mi sueño fue tan profundo que no me di cuenta.
-De quien hablas, volviste a meter a alguien aquí- dijo Elena molesta, negué con la cabeza mientras me colocaba el suéter.
-No claro que no estaba soñando con alguien que se llamaba María, conteste- me miro, intentando explicar.
-Pues no hay nadie tu habitación esta limpia- contesto quitando una hoja de un árbol que callo en mi cabello, mientras limpiaba mis ojos.
-Respeto mucho tu gusto por dormir afuera, pero...- se quedó callada, mientras pensaba.
-Si metiste a alguien- dijo acercándose a mi.
-descuida no le diré a nadie, pero tienes que encontrar otra manera de ayudar a las personas que ves en la calle confías muy rápido en ellas- sonreí y fui al baño.
-vas atrasada con tus labores, más te bale que te des prisa, por lo menos dime cuándo metas a alguien al convento de nuevo - una vez que salí del baño y lavarme el rostro, salí corriendo a la cocina.
No tenia cosas, no tenia comida, respire profundo, cuando lo escuche detrás de mi.
-Tu visita se llevo más de lo que debía- respire profundo, sabia que se iría, se llevó la bolsa que deje para ella, respire profundo y sonreí.
-No se de que me habla padre- respire profundo viéndolo, tome un par de cosas de los cajones que reserva, siempre guardaba pequeñas cantidades de comida, por los ratones y ladrones.
-Eh visto y tenido quejas que no usas tu ropa, no entras a oración tomas clases en la primaria del pueblo, cuando tu no lo necesitas- dijo mirándome de la mano, llevándome poco a poco hacia el, me alejaba y me llevaba hacia el.
-Haces cosas indecentes cuando sales al pueblo, le levantas la voz a la madre superiora- se quedó callado.
-Lo necesito porque quiero aprender, tu lo hiciste por que yo no- conteste.
-No me gusta como llega a tratarnos la madre superior- me miro molesto, me llevaba poco a poco hacia el.
-No me hables con ese tono- lo mire molesta su mano apretaba la mía, si fuera algo aún más horrible una cachetada ya me abría dado.
-Que no te agrade mi respuesta no significa que te hable en otro tono, así que suéltame- me dio una gran cachetada, la esperaba, ¿Por qué?, Me veía en el reflejo del agua sucia.
-Mira niña aquí estas para servir a dios y honrar su palabra uno de tus viles pecados es abrir la boca.
-yo no lo pedí- me dio otro golpe aún más fuerte, me levanto y me tomo de los hombros.
-¡Quieres vivir en la calle!- me tomo del hombro, me arrojó contra la mesa, salió y me dejó ahí.
No me esperaba más, mis propias palabras se fueron contra la puerta sin poder abrirla, aunque la llave estaba escondida bajo el tapete.
Me limpie la cara, salí a la plaza, no había nada, compre lo que pude, aunque en realidad la buscaba.
-Yo también puedo hablar tanto como usted- aunque no estaba cuando lo dije.
-Oh perdón no te vi- dijo un chico al chocar con el.
Después de eso no dejo de mirarme en lo que termine las compras, camine a la iglesia mientras sentía sus miradas.
Tal vez deje el tiempo en espera, esa mirada acogedora que se detuvo entre el llanto y el mendigo.
Dolor de mi propia soledad, estaba tan perdida que me detenía con mi propio llanto y naufraga con el mar de lagrimas que deje en el camino.
El me dio las ganas de vivir, mientras ella el aliento a seguir, como el dolor emporio de mi propia alma rota, cortada en miles de pedazos cada uno se perdieron en el mundo como cosas pequeñas, mientras me desangraba caminando poco a poco, la sangre roja que manchaba la nieve blanca, el color del césped o dañaba las estelas de la tierra.
Yo era el.
El era una estrella fugaz que se perdió en la galaxia en busca de un planeta, el cual evitar uno grande con un hermoso jardín colorido, donde el mar se da a la primera vista y se puede sentir libre sin siquiera serlo,.
Donde no hay una mutua perdida como nos entendíamos, pero lo ancianos hasta cerrar esa página del libro y sobre pasarla por otro lugar era el mismo pero yo no, había dejado de ser una niña había empezado a ser una mujer, era el mayor miedo del lugar.
-¡tu!- todas las monjas se marchaban en oración los fines de semana, todos los días junto al sacerdote, quienes le hacia una misa y lasa santificada.
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EL VIAJE DE LAS LIBELULAS
De TodoUna historia que no debe existir, como un desaparecido que jamás debió serlo. Me cuesta gritarlo, me da miedo hablarlo, me da miedo que alguien lo sepa, ¿por qué?, y si nadie me creé. Un día de la nada llega alguien que te dice que es dueño de lo qu...