Siempre creía que seguir aquello que te dictaba, era un cambio repentino, quedarte callada evitaba preguntas, decir que estás bien evitaba tragedias.
Para mi era evitar problemas constantes, llamados estrategias para no importarle a nadie, ser un fantasma esperando agua en el desierto.
Una donde era más fácil vivir entre la propia agonía de algo distante y cambiante, como el seguir a ti mismo, no puede evitar creer que era el títere de una sensación distante de un lugar que se llamaba así mismo un hogar o una casa.
No conocerme, no entenderme no llamarme, una enfermedad que me degenerada poco a poco, estratégicamente para acabar en los puntos que menos deseaba.
Agonía constante llena de dolor, frustración, golpes y caídas, gritos por las noches que todos guardaban con la sensación de que en realidad no estaban, un dolor que me dejaba aun más abajo, uno que me hacia esconderme entre la oscuridad y el miedo de mi propia claridad, una sensación observadora cautelosa y dolida por más que intentara dominarlo.
Seguía ahí escondida, entre la manipulación tanto real como imaginario, el simple dolor de su abandono antes los impulsos que llevaba mi propia necedad de seguir ahí.
Un miedo que me hacia no dormir por las noches, uno que aparentaba decirme y hablarme susurrar al oído se quedaba ahí, aquello que más le dolía, la tempestad de aquella fuerza irrepetible, podría contar su historia, pero es tan vieja como la muerte misma.
No vivía de su vida lo hacia de la distancia de su cuerpo y la noción de lo que creía ser su propia alma, era un instinto poco mejorable ante su propia enfermedad, no era un punto, era dolor, uno que a ella la perseguía todo el tiempo sentía el placer en ese dolor, sentía el gusto de esa pequeña vida una vez que toco su mano, una vez que sintió haber tenido la salvación y perdón de su propio cuerpo, están malo como el haber prevenido el propio presagio de su vida.
Las cicatrices, cada herida era cada vez más grande, sangraba más y no sanaba.
Para ella la vida era la oportunidad de algo más que su propio lamento, dejaba la puerta abierta para que entrara por la casa todas las noches, no le tenía miedo al contrario tenía la necesidad y el pensamiento de que eran amigos, sin entender que todos pueden traicionar a cualquiera.
Era un juego para el, para ella era lo mismo, solo que lo cubría con sus propias mentiras ligadas de engaños y prospectos, era más que un ser imaginario era su propia sombra, estaba tan ligado a ella que se apego de una manera sofisticada, un ser o dos no se sabía la diferencia, pero no obstante yo los podía ver, y me lloraba el alma de entender que los demás no lo hacían.
Los demás lo olvidaban, y poco a poco lo perdía, se desvanecía entre mis recuerdos y se aparecía en mis sueños pidiendo ayuda.
Lloraba dormida y soñaba despierta, me perdía entre lo que vía intentando encontrarla de nuevo.
Me sentía vacía todos los días, me sentía un problema reprimido de tal forma que dejo de hablar, con el sonido del miedo y el llanto.
¿ por que?, eso era la forma parental de la oscuridad del miedo y un supuesto gozo ante la perfecta desilusión de encontrarme en el mundo terrenal con vida.
La vida una que no deseaba tener hasta el punto de querer quitármela, quería dejar de vivir y de existir no tenía nada ni siquiera a mi.
Mi madre decía que era la gloria del centro una imagen, entre la felicidad que ella esperaba, como el encontrar una señal de agua en el desierto, yo no era su fe ni mucho menos su esperanza.
Era el propio combate que surgía entre ella y yo, como la propia sangre en la anatomía de su cuerpo, o mejor dicho el mío porque ya no sentía que ella fuera más un humano o tenga la sensación de serlo.
Ella y yo teníamos la misma sangre, pero eso jamás dijo que fuéramos una verdadera familia o que podíamos ser una misma.
Yo la vi como una bella flor, sus colores sus cicatrices eran ramas, casa una de sus imperfecciones bellas hojas de colores, una flor divina que el tiempo y la falta de agua marchitaron.
Que olvide por completo y mis lágrimas no eran suficientes.
Así mismo dijo TODOS PECARON Y ESTAN PRIVADOS DE LA GLORIA DE DIOS, respiro profundo y decido no pedir perdón.
Mientras sentía como moría poco a poco.
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EL VIAJE DE LAS LIBELULAS
AcakUna historia que no debe existir, como un desaparecido que jamás debió serlo. Me cuesta gritarlo, me da miedo hablarlo, me da miedo que alguien lo sepa, ¿por qué?, y si nadie me creé. Un día de la nada llega alguien que te dice que es dueño de lo qu...